La antropóloga e investigadora Mirta Bonnin acompañó al Dr. en Astronomía y Museólogo Guillermo Goldes en la presentación de su Libro “Charlemos sobre Ciencia”. Realiza un recorrido por sus páginas y nos cuenta por qué debemos leerlo.
El pasado 22 de mayo, el divulgador científico Guillermo Goldes, presentó su libro “Charlemos sobre Ciencia” en el Museo de Antropología UNC. El libro que escribió junto a Fernando Suárez Boedo y otros colaboradores como Mariano Nicotra, Javier Martín, Roberto Martino y León Goldes, fue editado por Editorial UNC y la UADER el año pasado. En esta oportunidad, la presentación estuvo a cargo de Mirta Bonnin, antropóloga e investigadora del Idacor.
En el prólogo, -comenta Mirta Bonnin- “el prestigioso comunicador científico Diego Golombek aborda el tema enfatizando las aristas cordobesas típicas, desde un enfoque amigable y folklórico”. A partir de allí, Guillermo Goldes y los otros autores escriben desde perspectivas multidimensionales, leyendo lo universal desde lo local. Señala Bonnin, “aunque F. Suárez Boedo tiene claramente otro estilo de escritura, quizá tenga que ver con cómo se trasmitía la ciencia 20 años atrás, parte de la ciencia universal pero problematiza lo local”. Desde esta perspectiva, “la disyuntiva universal/local que siempre la ciencia nos plantea interrogantes por las formas que adquiere la Comunicación Pública de la Ciencia (CPC) en tanto también es afectada por la geopolítica de la ciencia y los contextos socio-políticos en que se realiza”, completa.
En sus páginas se abordan una amplia diversidad de temas, mayormente anclados en las Ciencias Naturales, las Ciencias Sociales y en ambas. Donde conviven la Física, la Botánica, la Historia de la Ciencia, la Biología, la Medicina, la Geología, las Ingenierías, la Astronomía, la Tecnología, el Cine y la TV. Además, se nota que el libro “desmonta certezas socialmente naturalizadas pero también desnuda los debates y confrontaciones al interior de las comunidades científicas”, asegura Bonnin y agrega: “Al leerlo queda claro cómo hemos avanzado en la concepción y práctica de la CPC hacia posturas más inclusivas y respetuosas de la diversidad”.
Asimismo la antropóloga destaca la impronta y el compromiso social que Suárez Boedo en el contexto sociopolítico de 1998 le imprimió al libro: “Parte de la idea del conocimiento como un bien público, como un derecho ciudadano que al ejercerlo genera ciudadanía y es herramienta de inclusión”.
“Charlemos sobre Ciencia” es un libro ameno, que entretiene y que invita a transitar sus páginas. De esta manera, “los autores/comunicadores conocen y transmiten adecuadamente procedimientos complejos, no autoevidentes, invisibles al ojo desnudo, al mismo tiempo que, promueven en los lectores la observación, el análisis, la empatía entre los hechos y las propias vivencias, la interpretación, la revisión, la búsqueda de explicaciones”, advierte la antropóloga.
Al inicio de la obra, los autores plantean las dificultades que conlleva comunicar la ciencia principalmente por la distancia que imponen los propios científicos pero también “por las representaciones de la ciencia que circulan en la sociedad, lo que designan como ‘mitología’”, explica Bonnin. Es decir, en la heterogeneidad y complejidad de la sociedad “todos atravesamos distintas experiencias y formaciones, detentamos saberes varios, tenemos prejuicios, creencias y nociones que consideramos válidas, emitimos opiniones sobre los hechos, reaccionamos con sentimientos positivos o negativos, o de indiferencia, hacia la ciencia”, añade la investigadora y se pregunta: “¿Son/somos los científicos los que debemos corregir ese déficit con información ‘verdadera’?”.
Además de interesante el libro aporta “evidencias sólidas y herramientas para la reflexión ante los conflictos y problemas del presente”, describe Bonnin.
Según la antropóloga, “la CPC construye/imagina/trabaja sobre una idea de ‘otros’”. Incluso, “los autores nos recuerdan que la CPC incluye diversas materialidades, tangibles, visitables, que se deterioran, ya no se usan, pero que materializan las memorias colectivas de las que hablan al comienzo del libro”, cuenta. A partir de allí, “varios artículos apelan a la experiencia personal, a ‘tirar una piedra al río’, a recorrer un museo como una manera de acercarse a la ciencia”.
En definitiva, “los textos nos invitan a mirarnos, a mirar nuestros entornos, a reinterpretar lo que vemos, a recordar de otras maneras nuestros recorridos por Las Sierras, o cuando miramos al cielo, a reflexionar, y en ese camino, a conceptualizar y reconceptualizar. Al mismo tiempo, nos hace ver minúsculos en un universo gigante, inconmensurable, cambiante, sin tener el control, dependiente de otros seres vivos (usurpadores de plantas)”, insiste Bonnin y concluye: “La ciencia es valiosa para la vida de cada uno de nosotros, por eso elegimos saber a no saber”.