En esta nota Darío Alejandro Ramirez y Rodrigo Nores –ambos investigadores del Instituto de Antropología de Córdoba – Museo de Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC– explican los rastros hallados y la evidencia científica que aporta la bioantropología en el paso de la quinta pandemia de cólera en Argentina (1886-1887). Un texto que pone de relieve el valor de las especialidades de la antropología para comprender el impacto y los orígenes las enfermedades pandémicas, en distintos momentos de la humanidad.
A lo largo de su evolución, la especie humana ha cohabitado distintos ambientes con otros seres vivos, incluyendo animales no humanos, plantas y microorganismos. Estas asociaciones biológicas le han otorgado beneficios en pos de su subsistencia, aunque también esta última se ha visto desafiada por la presencia de organismos patógenos. Así, a lo largo de su historia, la humanidad ha tenido que enfrentarse a enfermedades de origen infeccioso, algunas de las cuales se desarrollaron a gran escala, resultando en epidemias y pandemias que afectaron pueblos, amplias regiones o continentes enteros. Entre ellas, algunos ejemplos destacados son la peste negra, causada por la bacteria Yersinia pestis que causó estragos en la Europa medieval, y la gripe española causada por el virus Influenza que se extendió a gran parte del mundo a principios del siglo XX. Nuestro país no estuvo exento de la llegada de enfermedades, y desde sus orígenes se vio afectado por la acción de distintos patógenos. Así, desde la conformación del Estado-Nación, la Argentina sufrió el embate de epidemias de fiebre amarilla, tuberculosis, gripe española y cólera, entre otras.
El cólera es una enfermedad gastrointestinal causada por el bacilo Vibrio cholerae, que provoca diarrea aguda y que ocasiona la muerte por deshidratación si el enfermo no es tratado a tiempo. Se asume que esta enfermedad se originó y diseminó desde India a principios del 1800 y se extendió al resto del globo, registrándose hasta el momento siete pandemias. En Argentina, el cólera tuvo dos grandes brotes durante el siglo XIX y uno durante el siglo XX. La primera aparición, correspondiente a la cuarta pandemia, tuvo lugar en 1867-68 y, de acuerdo a los documentos históricos, provocó la muerte de alrededor de 15.000 personas en la provincia de Buenos Aires, de las cuales más de 3.000 fueron en la ciudad de Buenos Aires. En la provincia de Córdoba causó la muerte de aproximadamente el 2% de su población, es decir unas 4.000 personas, 2.371 de ellas en la ciudad de Córdoba. Por su parte, la quinta pandemia de cólera alcanzó al país en 1886-87 y se llevó la vida de aproximadamente 1.000 personas en la provincia de Córdoba, la mitad de ellas en la ciudad homónima.
En el año 2011, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) fue convocado ante la aparición de restos óseos humanos en un terreno ubicado en las inmediaciones del ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio Campo La Ribera. Teniendo en cuenta esto, inicialmente se consideró que dichos cuerpos podrían pertenecer a víctimas de la última dictadura cívico-militar. Sin embargo, la forma en que los cuerpos fueron inhumados distaba de aquella utilizada durante la dictadura. La evidencia arqueológica asociada a los esqueletos, como los restos de los cajones y los clavos empleados, el calzado y algunos accesorios de las prendas de las personas allí inhumadas, restringía los enterratorios al período 1880-1915, mientras que la cobertura de los cajones con cal sugería que estos restos correspondían a muertos de alguna epidemia. A su vez, el hecho de que en Pueblo San Vicente, en las cercanías de este sitio arqueológico que se denominó La Zanja, hubiera funcionado en esa época un lazareto, institución destinada al aislamiento y tratamiento de pacientes con cólera, sugirió la posibilidad de que estas personas hubieran fallecido en la quinta pandemia de cólera. En total, a través de tareas de excavación arqueológica, se recuperaron 13 individuos en distintos estados de conservación. El estudio bioarqueológico arrojó información sobre el perfil demográfico y algunas patologías padecidas por estas personas, investigación que comenzó a realizarse por integrantes del EAAF y que continúa actualmente a cargo de la Dra. Claudina González, investigadora del IDACOR-Museo de Antropología.
Con el objetivo de confirmar la presencia del bacilo causante del cólera en los esqueletos de la fosa común de La Zanja, realizamos un estudio paleogenético tendiente a la detección de trazas de ADN (conocido como “ADN antiguo” o ADNa) de Vibrio cholerae conservadas en muestras de sedimento recuperadas de la cavidad pélvica de cuatro de los individuos exhumados. Dado que al morir los restos contenidos en los intestinos decaen sobre los huesos de la cavidad pélvica, se considera posible la detección de patógenos intestinales en los sedimentos depositados en los orificios o forámenes del hueso sacro. Este trabajo se realizó en colaboración con el Dr. Álex Saka, investigador del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología, FCQ-UNC/CONICET, con financiamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba.
Los análisis paleogenéticos resultaron en la amplificación mediante PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa, por sus siglas en inglés) de un fragmento del genoma de la bacteria V. cholerae en dos de los individuos en estudio del sitio La Zanja. Esta técnica sensible permite la generación de millones de copias de un fragmento de ADN de interés (amplificación) para facilitar su posterior visualización. Seguidamente, se procedió al secuenciamiento de estos productos de PCR, técnica que permite conocer cada una de las bases nucleotídicas que forman esas moléculas de ADN amplificadas, y así identificar a qué especie pertenecen. A través del secuenciamiento se confirmó que al menos uno de esos dos individuos era positivo para la infección por V. cholerae. La asociación de los resultados paleogenéticos con la información documental disponible y la evidencia arqueológica de las materialidades asociadas a los restos excavados, permite sugerir fuertemente que los individuos enterrados en la fosa común del sitio La Zanja habrían sido víctimas de la quinta pandemia de cólera.
El cólera se transmite principalmente por la ingesta de agua y comida contaminada con V. cholerae y el hecho de que las fuentes de agua sean el reservorio natural de esta bacteria explica la dificultad de su erradicación. En consecuencia, cuando su aparición tuvo lugar durante el siglo XIX en Argentina, las poblaciones que vivían cerca de los ríos fueron las más afectadas. Asimismo, el desarrollo del ferrocarril también facilitó la dispersión de la enfermedad hacia las ciudades más pobladas, como Córdoba. Hacia fines del siglo XIX, la ciudad de Córdoba presentaba condiciones de higiene y salubridad deficientes, que incluían servicios de tratamiento de residuos poco desarrollados, mal procesamiento de las carnes en mataderos y locales comerciales, y consumo de agua de pozos contaminados con filtraciones de letrinas aledañas. Así, para el período 1880-1920, los historiadores han señalado que entre un 40% y un 50% de las muertes se debieron a enfermedades infecciosas, con una alta prevalencia de enfermedades gastrointestinales, incluido el cólera. Cuando la enfermedad apareció por segunda vez en el siglo XIX, el paradigma en torno al tratamiento de las enfermedades había adquirido criterios científicos, creándose instituciones sanitarias más desarrolladas y llegando la consejería médica a las decisiones gubernamentales. Un ejemplo de la materialización de esto fue la creación del Consejo de Higiene Pública en 1881, el cual estableció una serie de medidas y recomendaciones para los ciudadanos con el objetivo de evitar la propagación de la enfermedad. De igual manera, la creación de cuatro lazaretos ayudó a contener los casos de cólera detectados. Posteriormente, desde las primeras décadas del siglo XX, la Dirección de Obras de Salubridad de la Nación tuvo a cargo una serie de acciones en la ciudad de Córdoba, las cuales permitieron el aprovisionamiento de agua potable, así como también un manejo eficiente de los residuos cloacales. Estos cambios en la infraestructura de la ciudad sin duda influyeron en la reducción de la diseminación de patógenos en el último siglo, incluyendo las cepas epidémicas de cólera.
A pesar de que se han documentado siete pandemias de cólera, se cree que la enfermedad habría existido mucho antes de su primer registro. Posiblemente ya se encontraba circulando entre los grupos humanos y las fuentes de agua en momentos de la llamada “primera transición epidemiológica”, la cual tuvo lugar hace unos 10.000 años, cuando la agricultura y el sedentarismo dieron lugar a nuevos nichos para enfermedades, muchas de origen zoonótico, es decir aquellas que se transmiten desde animales no humanos a humanos, y viceversa. En este sentido, el análisis de muestras arqueológicas de distinta antigüedad y procedencia permitirá avanzar en la comprensión del origen, la evolución y la diseminación en el pasado de las cepas epidémicas del cólera y de otras enfermedades infecciosas. Consideramos que la Antropología Biológica nos brinda distintas herramientas, a través de especialidades como la Paleogenética, la Paleomicrobiología y la Paleoparasitología, que nos permiten recuperar evidencia de las condiciones de salud en el pasado, reconstruyendo los escenarios en los cuales los seres humanos vivieron en presencia de patógenos e infiriendo cómo influyeron las prácticas culturales en la vida de nuestros antepasados.
Asimismo, y pensando en las percepciones de las personas sobre la actual pandemia causada por el virus SARS-COV-2 que tiene al mundo en vilo desde hace un año, destacamos que estas herramientas brindadas por la Bioantropología han permitido revelar la existencia de larga data de ciertas enfermedades, que a veces se asumen por sentido común como producto de las sociedades modernas. Así, la Antropología se presenta, una vez más, como una disciplina reflexiva y crítica que nos ayuda a deconstruir preconceptos establecidos en la sociedad, en este caso, sobre la salud y la enfermedad.
Darío Alejandro Ramirez
Licenciado en Antropología, Doctorando en Ciencias Antropológicas y Becario Doctoral del CONICET en el IDACOR-Museo de Antropología (FFyH-UNC).
Rodrigo Nores
Biólogo y Doctor en Ciencias Químicas, Investigador del CONICET en el IDACOR-Museo de Antropología y Profesor Titular de Problemáticas de la Bioantropología en la Licenciatura en Antropología (FFyH-UNC).
Para más información:
Ramirez, D.A.; Saka, H.A.; Nores, R. 2021. Detection of Vibrio cholerae aDNA in human burials from the fifth cholera pandemic in Argentina (1886–1887 AD). International Journal of Paleopathology 32: 74-79. DOI: https://doi.org/10.1016/j.ijpp.2020.12.004