El 19 de septiembre de 2024, en el Museo de Antropologías, se llevó a cabo la presentación del libro “Accidentología vital. Una práctica con niños en educación especial”, de Juan Ramón Ruiz. La bienvenida estuvo a cargo de la directora del museo, Fabiola Heredia. Durante la ceremonia fueron conmovedoras las palabras de Gabriela Tello, profesora en Educación Especial y Directora del Instituto Ckari Cay; junto a Fernando Tarragó, psicólogo de la Escuela Especial el Puente, sumado a la cálida intervención de la responsable del sello editor, Silvia Loyola, quien remarcó que todas las personas pueden escribir un libro. El cierre del evento estuvo a cargo del duo: “Aires Fuego”, quienes interpretaron canciones del rock y el folclore de América Latina.
En esta nota, compartimos las palabras del autor, Juan Ramón Ruiz, quien mediante una prosa directa, con pinceladas de fina ironía y un agudo sentido del humor, sintetiza a través de cinco puntos algunas motivaciones que lo llevaron a escribir este libro. Una obra calificada por Fernando Tarragó como “una transferencia entendida como un encuentro accidental entre uno que viene a pedir que lo alivien de algo que no sabe, y otro que encarna un deseo de llevar a un fin último la diferencia más radical”. Sólo por accidente esos dos, o más, “pueden emprender un recorrido juntos, tal como suele suceder con todo acto de amor”.
“Inventar una escuela es también inventar la posibilidad misma de hacer con el accidente”
Por Juan Ramón Ruiz
«Todo comenzó con una especie de chiste, me preguntaba cómo sería en Finlandia o en los países nórdicos, allí donde las sociedades funcionan ir a trabajar por ejemplo a la huerta con un grupo de niños en el transporte público de pasajeros. Hago un juego de imaginación: te dicen que el colectivo pasará a las 9 y de verdad pasa a las 9. Todo funciona según el plan.
En cambio aquí pues si te dicen que el colectivo pasa a las 9 horas, de seguro tendrás que esperar. Pero nuestra desgracia es nuestra suerte. Porque mientras estás ahí con los chicos, te inventás algo. Leés un cuento, das una vuelta, creás una canción… y quién sabe, de este modo, yendo y viniendo capaz te inventás también un sujeto. Los beneficios del subdesarrollo. Dice Lacan: “el sujeto se ubica en una falla del discurso. Para nosotros el sujeto se ubica en una falla del sistema del transporte público de pasajeros”.
“Inventar el tren es también inventar el accidente ferroviario”, dice el pensador francés Paul Virilio en su libro “El accidente original”. Parafraseándolo, podríamos decir que “inventar una escuela es también inventar la posibilidad misma de hacer con el accidente”. Un día me desperté de la siesta con un insight: claro, accidentología vial es el nombre secreto de nuestra escuela. Si su nombre es Arena, su apellido bien podría ser accidentología. Estaba ahí, al lado, a la vista de todos. Era la carta robada de Edgar Allan Poe. Autos que chocan. Que salen de circulación. Un espacio que se llena de polvo. Fierros oxidados. Vidas rotas. Lenguajes desarticulados.La escuela, de Sarmiento para acá, podrá ser muchas cosas pero también es la posibilidad de un arreglo. Una grúa, una rueda de auxilio, algo que te remolque el deseo.
Un niñito con el que trabajo posee una sola palabra, cuando se pone mal, dice “auxilio”. Pero no es simplemente un decir. Grita “auxilio” desde el fondo mismo de su ser. Antes y después nada. No se le conoce otra palabra en su haber. Y dice justo esa. Tan difícil. Con esa equis ahí, tan difícil de pronunciar. Y la pronuncia a la perfección. Pero después de eso no dice ni “mamá”, ni “papá”, ni “seño”, ni “guau”, ni “miau”. Sólo auxilio. Es un cisne negro en un congreso de fonoaudiólogos. ¿Qué es lo que dice verdaderamente, cuando su capacidad fonética intacta pareciera estar inhibida para palabras tan simples y sin embargo, puede chasquear la lengua para pronunciar la equis intermedia para decir auxilio? ¿Mi práctica, mi intervención, luego mi libro podrá estar a la altura de una respuesta tal?
Los que lean el libro se podrán encontrar con referencias dispares, canciones de radio (pues escribo escuchando radio), artículos periodísticos, fragmento de Los Simpson (paréntesis: se puede discutir todo, Lacan, Piaget, Freud, todo, pero Los Simpsons no, Los Simpson son indiscutibles). Cada uno de estos recortes, finamente seleccionados y ordenados según el principio de la ética Messi: MeSirve esto, lo uso, MeSirve aquello lo utilizo. Este libro, quiérase o no, es mi bricolage.
Dedico este libro a los compañeros de trabajo y mi familia, en especial a mis viejos. Quiero agradecer a los que hicieron posible el evento: a Gabi Srur por gestionar este espacio y al duo musical Aires Fuego. Agradezco a mi compañera Noe por sus consejos de escritura, su fineza clínica, su claridad conceptual, gracias Noe. A mi niña Matilda, quien hizo unos señaladores artesanales, que andan dando vuelta por ahí.
Gracias mi niña por señalarme el camino. A todos los que colaboraron con el libro, José director, decirte que me gustó más el prólogo que el libro en sí, de veras, has hecho una lectura de lo más acertada, inspirada e inesperada para mí. Gracias. A mi amiga Silvia Sosa, por colaborar con tu arte de tapa, toda una vida luchando contra los clichés no me ibas a dejar poner en la tapa un escuelita, una bandera argentina y blancas palomitas.
Pero sobre todo, quiero agradecer a Silvia Loyola, mi editora, por confiar en mí. Por darme la oportunidad. Ha sido un año y medio de trabajo arduo, primavera, verano, otoño, invierno…y otra vez primavera…gracias por soportarme. Muchos me han dicho que se trata de un libro amable, que se deja leer, que invita al lector a la lectura. Quiero decirte que acá se nota tu mano. No me olvido ninguno de tus consejos.
Por último, quisiera decir que hoy estamos celebrando un hecho de escritura, de lectura y de escritura. Me da gusto compartir este momento con colegas. Escribir un libro y provocar la escritura de otros. Porque se trata de eso, en definitiva, de una política del texto más allá de las personas. Más allá de los nombres. Y me gustaría que fuéramos más, muchos más, quienes dejemos testimonio y arrojemos un poco de luz a esos territorios muchas veces confinados al olvido».
La actividad se vincula de manera directa con el trabajo que se viene desarrollando en el proyecto del «Acccesibilidad ¿Visitantes Invisibles?», del Museo de Antropologías de la UNC, como material pedagógico necesario para educar de maneras diversas.
Fotos y texto: Irina Morán, Área de Comunicación – Museo de Antropologías de la UNC.