Te invitamos a compartir este ciclo de conversaciones en formato podcast, protagonizado por Ayelén, una adolescente curiosa que quiere conocer los modos de investigar, enseñar y aprender Antropología entre los años sesenta y setenta en la Universidad Nacional de Córdoba.
En sus viajes, Ayelén se encuentra con diferentes personas con las que dialoga, le muestran fotografías y papeles que documentan parte de su vida, y que podrás recorrer en el cajón de los recuerdos.
Cada uno de los podcastson relatos en primera persona, que versan sobre un momento en la vida de cada persona entrevistada, vinculado al desarrollo de la disciplina en sus distintas ramas: Antropología Cultural, Antropología Biológica, Arqueología y Etnohistoria.
La creación de este nuevo ciclo estuvo inspirado en Bell, la viajera del tiempo, donde se recuperan diversas historias de museos universitarios, en especial, aquélla historia referida a la antropóloga Judit Antonello.
Campaña arqueológica
Susana Assandrirelata cómo, siendo estudiante de Historia y miembro del Instituto de Antropología (FFyH-UNC) hizo su primera salida de campo arqueológica dirigida por Víctor Núñez Regueiro, al sitio el Alamito, Catamarca, en enero de 1964.
¿Cómo se organizaba una campaña arqueológica en tiempos donde no existía el GPS?
Ingresa en la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Humanidades, de la Universidad Nacional de Córdoba, en el año 1963. Entre las primeras materias que cursa, Prehistoria y Arqueología -dictadas por el Prof. Víctor Núñez Regueiro- y Antropología Cultural -dada por José Cruz-, reafirma su interés en la historia y, específicamente, por la Arqueología y la Antropología.
La generosidad de estos docentes posibilitaron los inicios de su formación a través de cursillos y de la clasificación de material cerámico de la Cultura Tafí, que fue recolectado en trabajos de campo anteriores. Esto le permite introducirse en temas relacionados con la Antropología y la Arqueología.
Su primera experiencia de campo fue la campaña a El Alamito en Andalgalá, provincia de Catamarca, concretada en octubre de 1964. En el año 1966, los profesores Víctor Núñez Regueiro y José Cruz fueron cesanteados por el gobierno de la Revolución Argentina de Carlos Onganía. En ese contexto, debió concretar su trabajo de tesis para finalizar la Licenciatura en Historia. Su tema fue “El sistema de parentesco en una comunidad aislada: Laguna Blanca” y su director, el profesor Antonio Serrano.
La posibilidad de retornar a la Universidad se dio en 1971, cuando comenzaron a concursarse una serie de cargos. Allí concursó por antecedentes y oposición el cargo para Jefa de Trabajos Prácticos en la Cátedra de Prehistoria y Arqueología de la carrera de Historia, que ganó. En esa misma materia había concursado como profesor adjunto Osvaldo Heredia.
Dentro de esta cátedra se inicia el trabajo de investigación en el Valle del Ambato, en la provincia de Catamarca, desarrollándose hasta el año 1975 en que la intervención a las Universidades produce la cesantía en los cargos docentes y, en consecuencia, la interrupción de los trabajos de investigación en Ambato. La reincorporación en 1983 a la Universidad significó recuperar el cargo y retomar su trabajo de investigación.
En 1997 profundiza su formación a partir de la obtención de una beca, por concurso, para cursar la Maestría de Arqueología Social en Iberoamérica, en la Universidad Internacional de Andalucía, La Rábida, España. Producto de esta Maestría será la tesis “Procesos de complejización social y organización espacial en el Valle del Ambato, Catamarca, Argentina” aprobada con la calificación de Sobresaliente cum laude por unanimidad.
Además de continuar con las investigaciones en el Valle de Ambato desarrolló actividades docentes en la Escuela de Historia, dictando cursos sobre Museos y Patrimonio, realizó proyectos de extensión en la provincia de Córdoba, avalados por la Secretaría de Extensión de la Facultad de Filosofía y Humanidades, integró el equipo del Programa Educación y Museos, dictado a distancia, organizado por la Secretaría de Extensión de la Facultad de Filosofía y Humanidades y fue delegada de la región Centro del Comité de Educación y Acción Cultural (CECA) y del Consejo Internacional de Museos (ICOM) de UNESCO.
Pueblos indígenas en Cordoba
Marta Bonofiglio, egresada y profesora de Historia de la Universidad Católica de Córdoba, cuenta cómo hizo sus salidas de campo, junto a su profesor Nicolás De la Fuente. A fines de 1970, exploraron el Río Segundo o Xanaes, cuyo cauce nace en Potrero de Garay y termina en la laguna Mar Chiquita.
¿La llanura de Córdoba estuvo habitada por pueblos indígenas?
Hice mis estudios secundarios en la Escuela Normal Superior Agustín Garzón Agulla.
En 1959 comencé a estudiar el profesorado en Historia en la Universidad Católica de Córdoba, mientras trabajaba como docente de primaria en la Escuela de la Sagrada Familia. La Universidad funcionaba en la esquina de la calle Buchardo y General Ramón Deheza, en barrio Pueyrredón. Ahí los jesuitas tenían una iglesia estilo bizantino, bellísima. Vivía muy cerca y desde la ventana de mi casa podía ver el patio de la Universidad. Las materias eran de duración anual.
En primer año cursábamos Prehistoria del Viejo Mundo y Arqueología Americana y la dictaba el profesor Nicolás De la Fuente. Ahí lo conocí y fue mi maestro. Él nos entusiasmaba. Tenía grandes cuentas en las librerías porque compraba un libro para él y otro te lo regalaba. Tengo muchos libros que él me regaló. Era muy generoso.
En 1961 se fundó el Instituto de Antropología en la Universidad Católica y Nicolás De la Fuente fue su director. De este Instituto también participaba Carlos-“El Negro Romero» que era muy buen dibujante y arqueólogo. La primera campaña que hicimos fue al Valle de Vinchina, en la provincia de La Rioja, y encontramos evidencia de la cultura Aguada.
Al primer Congreso Nacional de Arqueología Argentina, realizado en 1970 en Rosario, que tuvo como una de sus organizadoras a mi prima María Teresa Carrara, nunca pudimos llegar. Viajábamos en el auto con De la Fuente y una de mis hijas mellizas, Ana. Nos chocó un auto de frente en la ruta nacional 9. Por las quebraduras y golpes que sufrí pasé seis meses en cama. Llevaba para presentar el trabajo sobre las estatuillas antropomorfas de Vinchina. Este yacimiento estaba cerca de los terrenos de la familia de mi marido. En 1971 el edificio donde funcionaba la Universidad se vendió y demolió, entonces las colecciones del Instituto se llevaron al Museo Privado de Río Segundo, fundado por el vecino Rubén Tabares, hoy Museo Arqueológico Aníbal Montes, dependiente de la Agencia Córdoba Cultura de la provincia de Córdoba.
Nosotros íbamos los sábados y domingos a excavar, a hacer conservación y documentación de las colecciones así como a dar cursos de formación a los vecinos interesados en los temas arqueológicos para que nos ayudaran en las excavaciones. Venían vecinos del departamento de Río Segundo, no sólo de la localidad.
Ya en la década del 1980, cuando fui directora del Museo, las visitas de las escuelas para nosotros fueron muy importantes, por eso hacíamos guías y cartillas dirigidas a ellas. Fuimos pioneros haciendo materiales para las escuelas que nos visitaban. Las cartillas eran actividades que hacían en grupo en el Museo y se hicieron con apoyo de la Provincia del Área de Patrimonio cultural, con un equipo formado para eso y que tuvo mucho eco en otros museos de Córdoba.
En 1987 comencé a dar clases de la materia Introducción a la Arqueología, en la recién creada Escuela de Arqueología en la Universidad de Catamarca. Ese mismo año hice un pase en comisión de las horas docentes de nivel secundario que tenía en la Escuela Víctor Ré de la ciudad de Córdoba al Museo Aníbal Montes de la ciudad de Río Segundo; y dos años más tarde, en 1989, concursé como Jefa de Trabajos Prácticos de la Cátedra de Prehistoria y Arqueología Americana en la Escuela de Historia de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. El titular de la cátedra era el profesor Eduardo Berberían.
En 1989 fui seleccionada para representar al país en la Maestría de Patrimonio Cultural en el Centro Latinoamericano y del Caribe para el Desarrollo Cultural, ubicado en Caracas, Venezuela. Fue un curso que duró tres meses. Como investigadora fui miembro del Centro de Estudios Históricos “Profesor Carlos Segretti”, de la Asociación Argentina de Antropología y del Grupo “Córdoba, de la Ruta del Esclavo”; fundadora de la Red de Institutos de Estudios Históricos de Córdoba (RIEHC), donde se nuclean pequeños museos e instituciones interesadas en la historia local; coordinadora del Área de Patrimonio Arqueológico de la Asociación Civil de Amigos del Patrimonio Histórico de Ansenuza, Suquía y Xanaes; y responsable del Área Investigación del Museo Municipal La Para. Investigué toda la cuenca del Xanaes incluyendo Mar Chiquita; La Rioja y La Tunita en Catamarca, los yacimientos de Los Alerces y el Parque Arqueológico Santa Fe la Vieja.
Mapas parlantes
Josefina Piana, la Ruqui, narra cómo siendo licenciada en Historia de la Universidad Nacional de Córdoba y exiliada en Ecuador, a causa de la última dictadura cívico-militar en Argentina, usó la etnografía para trabajar junto a los Salacata, en la provincia de Ambato, para hacer mapas parlantes.
¿Querés conocer más sobre los mapas parlantes y este trabajo de campo?
Ingresé a la Licenciatura en Historia en 1963, fui ayudante alumna de la cátedra de Prehistoria y Arqueología cuando su titular era el profesor Víctor Núñez Regueiro. Participé de la Primera Convención Nacional de Antropología, en la primera parte en 1964 que tuvo sede en Carlos Paz fui secretaria, y en la segunda parte en 1965 que tuvo sede Resistencia, Chaco, fui como asistente.
También participé de la Escuela de Trabajo de Campo en Alamito, Catamarca (1965); y asistía al XXXVII Congreso Internacional de Americanistas en Mar del Plata (1966). Todos fuimos en tren. Allí ya habíamos hecho una carta en defensa de los profesores que habían sido cesanteados. José Cruz se fue a Venezuela y Víctor Núñez Regueiro a Carlos Paz, Córdoba.
Ese año no volvimos más a clase, ni a los exámenes. Paro total, ausencia total, sólo dos personas “carnearon” el paro. Para no perder las lecturas, nos juntábamos en la casa de Guillermo Beato, cerca de la plaza de General Paz, a leer una vez por semana. Íbamos Carmen Orrico, Eduardo Bajo y Luis De Cesare. Beato semana a semana nos daba un texto y a la próxima lo discutíamos. Luego a rendir las materias que nos quedaron libres. Eran otros tiempos… nos íbamos a la biblioteca y hacíamos copias en máquina de escribir… poníamos cuatro carbónicos y hacíamos cinco copias.
Era la cantidad que aguantaban las máquinas. Así estudiábamos. Nada de fotocopias.
Años más tarde vino nuestro propio exilio. En 1976 primero se fue mi marido a Brasil y de ahí a México. Nos comunicábamos por radio aficionado, todo en clave. En esas comunicaciones me pidió que le lleve la máquina de escribir. Imagínate, con un niño de dos años y medio caminando, con otro en brazos, con el bolso con los pañales de tela, y no sé en qué mano la máquina de escribir portátil. Eso que era de avanzada, llegaba al final y sola cambiaba de renglón. Así subí al avión. Me senté con los dos niños y la máquina de escribir en los pies.
De regreso en Argentina me doctoré en Historia en la Universidad Nacional de Córdoba. En la Escuela de Historia fui profesora titular de la cátedra de Etnohistoria Andina y en el presente, profesora invitada en la Universidad Católica de Córdoba.
Por diez años, entre 1999-2009, fui directora de Patrimonio Cultural de la Provincia de Córdoba, y en tal condición, dirigí la presentación del Conjunto de Manzana y Estancia Jesuítica de Córdoba ante UNESCO para su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.
Los 60
Edmundo Heredia describe momentos de la vida estudiantil en la Escuela de Historia y el Instituto de Antropología de la Universidad de Córdoba en la década del sesenta, además recupera el clima político y social de la época. A su vez, relata cuál era el objeto de estudio de la Antropología y su compromiso social en esos años.
Nací en Córdoba el año 1934 pasé mis primeros años en una casa-quinta de Argüello, una villa distante unos doce kilómetros del centro de la ciudad capital. El ambiente natural modeló mi carácter de niño y adolescente. El lugar era de características singulares; había muchas quintas, sobre todo de frutales, no para ser comercializados sino para satisfacer una inclinación de sus habitantes, entre ellos mi padre, hacia la naturaleza y la vida de campo.
Esto que suena como una digresión en una autobiografía ha sido un factor esencial en la formación de mi carácter y de mi vida. A los dieciséis años entré a trabajar como bibliotecario en la Biblioteca Popular de Arguello. La Biblioteca editaba un periódico mensual, llamado Panorama y tenía pretensiones literarias, y daba a conocer las novedades locales, incluidos casamientos, nacimientos, defunciones. Su director era el médico del pueblo. Un día renunció y la continuidad del periódico peligró.
Las autoridades me pidieron que lo dirigiera, y yo acepté. Así llegué a los veinte años de edad y al riguroso servicio militar. Me tocó la Marina, dos años largos, que fueron veintiséis meses, porque fue el tiempo de la Revolución Libertadora, de los levantamientos y fusilamientos. Fueron los años más tristes de mi vida. Trágicos para el país, desgraciados para mi persona.
Si quiero encontrar algo positivo en aquel período es el de haber tenido la capacidad de reaccionar para seguir buscando mi destino. Cuando me dieron de baja tuve la necesidad de entrar a trabajar y me nombraron en Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), donde estuve trece años hasta ocupar algunos cargos importantes, pero a nivel local.
Mis estudios de Arquitectura habían quedado desbaratados por la falta de continuidad, y entré a estudiar Historia en la Universidad Nacional de Córdoba. Tuve profesores valiosos, uno de ellos Alberto Rex González, que me hizo valorar la Antropología; fui ayudante de cátedra de Geografía Humana con el profesor Miatello, otra disciplina que me dejó señales orientadoras. Mi tesis de Licenciatura fue sobre la metodología estructural de Claude Lévi-Strauss y me dirigió el profesor y amigo José Cruz.
Ya recibido de Licenciado gané un concurso de Jefe de Trabajos Prácticos de Historia del Pensamiento Argentino, que estaba a cargo de Santiago Monserrat, un discípulo de Saúl Taborda. De este cargo fui despedido de la Universidad Nacional por protestar ante la cesantía de dos profesores, eran los tiempos de Onganía.
De 1966 a 1969 fui Profesor de Historia de América en la Universidad Católica de Córdoba. Mi mayor recuerdo son las conversaciones sostenidas en la sala de profesores con colegas, algunos de ellos sacerdotes jesuitas que habían pasado un tiempo en Europa, que sostenían ideas y proyectos francamente revolucionarios y estaban enrolados en la rebelión.
Decidí hacer mi tesis doctoral y elegí como tema los Planes Españoles para Reconquistar Hispanoamérica. Mi director en España fue Francisco Morales Padrón, y los directores de beca externa doctoral de CONICET fueron Morales Padrón en España y Roberto Peña en la Universidad Nacional de Córdoba.
Recuerdo bien el día que recibí un sobre grande con el escudo argentino. Tenía miedo de abrirlo, no me atreví a leerla y fui directo a la firma: “Bernardo Houssay, Presidente”; ahí me di cuenta que me habían otorgado la beca. Mi vida cambió totalmente. Un sueño comenzaba a cumplirse.
En Sevilla y en Madrid investigué en sus archivos y allí conocí investigadores de otros países que me conectaron con el mundo. En 1971 regresé a Córdoba a terminar mi tesis, y entré por selección de antecedentes como Profesor Adjunto de Historia de América que tenía como profesor titular a Antonio Pérez Amuchástegui. Me nombraron Investigador del CONICET, comenzando una larga carrera que terminó en 2003 como Investigador Principal. En 1973 obtuve mi Doctorado y al año siguiente apareció mi primer libro, resultado de la tesis doctoral, editado en Buenos Aires por EUDEBA, titulado Planes españoles para reconquistar Hispanoamérica.
Ya por entonces hacía estadías en países latinoamericanos consultando sus archivos, orientado a estudiar las relaciones entre sus naciones con especial atención en lo relacionado con la integración. En 1976 fui despedido otra vez de la Universidad acusado de ser “potencialmente peligroso”.
Poco después tuve la suerte de que me contrataran como Profesor Convidado en la Universidade de Brasília, que inauguraba cursos de posgrado sobre la Historia de las Relaciones Internacionales; fue una extraordinaria experiencia, porque además de adelantar en mis estudios de Historia conocí el mundo político y diplomático de Brasil, y por extensión de América Latina.
Me hice tiempo también para recorrer Brasil en una casa rodante; anduve por su interior y llegué al Sertao, esa región de retirantes, pobre y seca. Creo que fue mi mayor contacto con la gente de diferentes clases y situaciones, lo que me hizo valorar más las lecciones de Antropología y de Geografía. Mis estudios de Historia ya estaban indisolublemente ligados a esas otras dos disciplinas, y de su combinación mis temas más apreciados eran los referidos a la etnicidad y a los procesos de regionalización latinoamericana; esos estudios me llevaban a la conclusión de que la historia de América Latina estaba signada por la discriminación étnica, por una fragmentación espacial contraria a la cultura de sus pueblos y de su naturaleza, por la dominación imperial; y como contrapartida, entre otras cosas, por la lucha en favor de la integración, de la superación de las desigualdades, de las verdaderas independencias, tantas veces postergadas.
La década de los 1980 fue signada por la extensión de mis actividades desde la Universidad Nacional de Córdoba hacia otras instituciones similares de Argentina y de América Latina, en especial de Chile y de Brasil, a las que fui invitado para dar cursos de posgrado.
Quizá mis estancias allí fueron más provechosas para mí que para mis alumnos, por la experiencia que adquirí en esos medios. Por entonces fui invitado para dar cursos de posgrado en la Universidad Nacional de Río Cuarto, en la que permanecí varios años ocupando cargos directivos, como el de Director del Centro de Investigaciones Históricas, creado por mi iniciativa en compañía de colegas.
Allí recalé varios años al encontrar un apoyo y estímulo que me permitieron desarrollar una experiencia muy interesante e innovadora. Esa receptividad y apoyo dieron lugar a la posibilidad de invitar a caracterizados colegas, que dejaron allí su huella, tales como Luis Vitale, León Pomer, Hebe Clementi, Hugo Biagini, Arturo Andrés Roig, todos los cuales contribuyeron a hacer de ese ámbito un espacio importante dentro de los estudios históricos nacionales. En esos años fui Presidente de la Junta Provincial de Historia de la Provincia de Córdoba, de la que sigo siendo miembro de Número.
La década de 1990 se caracterizó para mí por la actividad en torno a la Asociación Argentina de Historia de las Relaciones Internacionales, que nació en 1993 en ocasión de mi iniciativa para reunir especialistas de Argentina, Brasil y Chile en la ciudad de Córdoba. El temario que propuse entonces lo rotulé “Teorías y Temas” y resultó atractivo, pues los aportes de los participantes resultaron valiosos para conceptualizar una materia que era abordada desde variadas perspectivas y que en consecuencia necesitaba ajustes y precisiones teóricas y metodológicas. La creación de esta Asociación, de la que fui elegido Vicepresidente, fue afirmada en la siguiente convocatoria en la que fue elegido el mismo temario; en siguientes Jornadas fue creada la Asociación Latinoamericana, y hoy ambas tienen una actividad más o menos regular. Pero en una autobiografía también caben los traspiés. Después de mucho dudar, a fines de los noventa acepté la Dirección del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba. Era una creación reciente a la que le faltaba, entre otras cosas, un Reglamento Interno, necesario para dotarlo de una organización y estructura. El empeño que puse enfrentó obstáculos insalvables. Opté por renunciar. Fue una experiencia más, De todos modos, mi inclinación mayor fue hacia la investigación científica.
En mis libros he tratado de hacer creíble que la Historia es una disciplina científica, frente a tantos manejos que hacen de la Historia un recurso para sostener variadas ideas políticas, ideologías, tradiciones. Ejemplos de esos estudios son algunas de mis más recientes producciones, tales como Relaciones Internacionales Latinoamericanas. Gestación y Nacimiento y Confederaciones y Relaciones Internacionales. De Bolívar a Rosas; o la que trata de cuestiones básicas de la materia, como Relaciones Internacionales Latinoamericanas. Historiografías y Teorías. Mis últimas experiencias docentes, siempre acompañadas por la continuidad de mis investigaciones y ya jubilado del CONICET fueron en la Universidade Estadual de Bahia, donde corroboré el orgullo de su población por la negritud, casi la filosofía de vida de un pueblo sufrido y generoso. En todas esas actividades a lo largo de mi vida, lo más importante y reconfortante, sin duda, es haber cosechado buenos amigos.
Texto extraído de Biagini, Hugo E. Diccionario de autobiografías intelectuales: red del pensamiento alternativo / Hugo E. Biagini. – 1a ed. – Remedios de Escalada: De la UNLa – Universidad Nacional de Lanús, 2020. DVD-ROM, DOC.
Cajón de recuerdos
Susana, Josefina «La Ruqui», Edmundo y Marta abren su cajón de los recuerdos. Fotografías, recortes, mapas, libros… dan cuenta de su manera de hacer y vivir la Antropología en Córdoba.
Campaña al Alamito
En el patio de la Escuela Nacional de la Alumbrera durante la Escuela de Trabajo de Campo en Arqueología, campaña al Alamito, Departamento Andalgalá, Catamarca, Argentina, enero de 1965. A la izquierda, Beatriz Alasia con cámara de fotos y filmando, Jorge Schneider Bonet. A la derecha, parado, Osvaldo Heredia, en el suelo Domingo Menseguez y fumando, Sofía Bidinost
Perteneciente a Josefina Piana.
Campaña al Alamito
Continuación de la fotografía anterior. Adelante a la izquierda y sentada, Sofía Bidinost (solo se ve parte de su cabeza). A la derecha, una de las hijas de la Directora de la Escuela.
Perteneciente a Josefina Piana.
Campaña al Alamito
Campaña al Alamito, Departamento Andalgalá, Catamarca, enero de 1965, sentada con pañuelo y anteojos Josefina Piana, Domingo Menseguez y Carmen Orrico.
Perteneciente a Josefina Piana.
Campaña al Alamito
Campaña al Alamito, Departamento Andalgalá, Catamarca, enero de 1965, Pobladores. A la izquierda entre las dos personas con sombrero Osvaldo Heredia, en mano derecha el único rostro de mujer de frente es Beatriz Alasia.
Perteneciente a Josefina Piana.
Xanaes
A orillas del Xanaes, Departamento Río Segundo, Córdoba. De izquierda a derecha, la segunda es Marta Bonofiglio y al lado Nicolás De la Fuente. Equipo de trabajo dirigido por De la Fuente.
Perteneciente a Marta Bonofiglio.
I Convención Nacional de Antropología
Mesa de I Convención Nacional de Antropología, Carlos Paz, mayo de 1964.
Perteneciente a Susana Assandri.
I Convención Nacional de Antropología
Cena Inaugural de la 1º Convención Nacional de Antropología. Primera parte Carlos Paz (Córdoba). Mayo de 1964.
Perteneciente a Susana Assandri.
I Convención Nacional de Antropología
Recorte del diario Los Principios. Carlos Paz (Córdoba).
Perteneciente a Susana Assandri.
I Convención Nacional de Antropología
Comisión de cerámica, I Convención Nacional de Antropología, Carlos Paz, Córdoba, mayo de 1964
Perteneciente a Susana Assandri.
I Convención Nacional de Antropología
Primera parte Carlos Paz (Córdoba). 1964, en la terraza del hotel Castelar, de derecha a izquierda: Iván (Moluche) Baigorria, adelante la Eloisa Beth, atrás con pañuelo al cuello, Virginia Maquieira, compañera de Historia.
Perteneciente a Josefina Piana.
Cerro Colorado
Cerro Colorado, Córdoba, junio del 1962. Osvaldo Heredia.
Perteneciente a Edmundo Heredia.
I Convención Nacional de Antropología
Primera parte Carlos Paz (Córdoba). 1964. Raquel, sentada, desgravando las mesas, y Josefina Piana de pie.
Perteneciente a Josefina Piana.
I Convención Nacional de Antropología
Segunda parte Chaco. 1965. Primera fila, adelante, de izquierda a derecha. Marta Arias, Ana Inés Punta, Josefina Piana, Sofía Bidinost, 2ª fila, Negro Tula, Negro Romero, Carmen Orrico, Eloisa Beth, Leonor Federicci (dada vuelta), Marga Carpe.
Perteneciente a Josefina Piana.
I Convención Nacional de Antropología
Primera parte Carlos Paz (Córdoba). 1964. Josefina Piana y Beatriz Alasia.
Perteneciente a Josefina Piana.
I Convención Nacional de Antropología
Resultados Finales de la I Convención Nacional de Antropología, Carlos Paz, 1964, autoría de José Luis Najenson.
Perteneciente a Josefina Piana.
I Convención Nacional de Antropología
Segunda parte Chaco. 1965. Leopoldo Bartolomé y un lugareño.
Perteneciente a Josefina Piana.
Pozuelos
Provincia de Jujuy, enero de 1962. Están presentes José Cruz, José Luis Najenson, Mensguez, Víctor Nuez Regueiro, Strude y José Antonio Peréz Gollán.
Perteneciente a Edmundo Heredia.
Cerro Colorado
Alberto Rex González y Nicolás de La Fuente en Cerro Colorado. Córdoba.
Perteneciente a Marta Bonofiglio.
Si te reconoces o reconoces a alguien en la fotografía, por favor avisa al siguiente correo: marielazabala@ffyh.unc.edu.ar
Acerca del proyecto
Esta serie de podcast tiene el objetivo de dar a conocer al público interesado las historias de la Antropología y el proceso de conformación de este campo disciplinar en Córdoba, como así también constituir un material de consulta para lxs visitantes del Museo, estudiantes y antropólogxs.
Se busca irrumpir en el campo de los estudios de la Antropología recuperando y poniendo en valor estas historias de vidas y biografías personales que muestran en profundidad histórica la pluralidad, diversidad y desigualdad de los distintos subcampos disciplinares como son la antropología física, biológica, bioantropología, forense, cultural, social, arqueología, folklore, etnohistoria y lingüística, a lo largo del siglo XX y XXI, y en distintos espacios institucionales de la Universidad Nacional de Córdoba. Algunos de los espacios implicados en este proceso fueron la cátedra de Antropología Cultural y el laboratorio de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; la cátedra de Antropología y equipo de investigación de la Facultad de Psicología; el Centro de Estudio Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales; la cátedra de Arqueología de la Escuela de Historia, el Centro de Investigaciones María Saleme de Burnichon y el Museo de Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades.
Su importancia radica en el desarrollo singular que tuvo la Antropología en Córdoba y, por ende, en la Universidad. Si bien las investigaciones arqueológicas se remontan a fines del siglo XIX desde la fundación de la Academia Nacional de Ciencias y el Museo Antropológico y Paleontológico dirigido por Florentino Ameghino (1885-1886), pasando por la enseñanza de la disciplina en las cátedras libres que surgen posreforma universitaria como son Antropología Física, dictada por Ariosto Licursi y Etnografía Argentina a cargo de Monseñor Pablo Cabrera, hasta llegar a la creación del Instituto de Arqueología, Lingüística y Folklore “Dr. Pablo Cabrera” en 1941 y en él, el Museo y sus publicaciones. Pero fue recién en el siglo XXI que surgen las carreras de formación superior, primero en el posgrado y luego en el grado en el año 2010 con la apertura de la licenciatura. En la implicancia multinstitucional y la participación de diferentes personas radica el interés de reconstruir este derrotero tan particular en las historias de la antropología argentina.
Dra. Mariela Zabala IDACOR-Museo de Antropología Departamento de Antropología, FFyH-UNC
Créditos
Idea, entrevistas y guion: Mariela Zabala (IDACOR-CONICET, Museo de Antropología de la UNC).
Voz e interpretación de Ayelén: Gabriela Pedernera (Área de Educación, Museo de Antropología, UNC)
Diseño, Publicación y Difusión: Florencia Bacchini – Irina Morán (Área de Comunicación del Museo de Antropología, UNC).
Agradecimientos
Agradecemos a todas las personas que participaron, por abrir las puertas de sus hogares en medio de la pandemia de COVID-19. Por sostener conversaciones telefónicas; idas y vueltas de correos electrónicos y mensajes de Whatsapp. Este fue un modo de acompañarnos durante este largo tiempo de aislamiento social preventivo y obligatorio.
Especial agradecimiento a Suny Gómez por su colaboración en el guion del podcast de su madre, Marta Bonofiglio; a Santiago Guerrero por arreglos sonoros del podcast de su madre, Susana Assandri; a María Eugenia Heredia por la búsqueda de fotografías y grabación de audios en el podcast de su padre, Edmundo Heredia; a Melina Malandrino por su colaboración en grabaciones del podcast de Josefina Piana; a Alfonso Uribe por facilitarnos la fotografía de la estatuilla tomada por por Martín Uribe (Museo Arqueológico Provincial Aníbal Montes) para el podcast de Marta Bonofiglio y a Federico Quevedo y Fabiola Heredia que interpretaron las voces de Alberto Marcellino y Marta Bonofiglio respectivamente.