Repasamos las actividades de la propuesta Divergente en el Museo y te contamos junto a Silvia Burgos de qué se trata.
Silvia Burgos, se asomó al mundo de los museos desde la Historia pero finalmente lo reconoció por la Antropología. Estudia y trabaja en el Museo de Antropología hace más de 16 años, es guía y forma parte del Área de Educación desde 2005, después que la sede del museo se radicó en el corazón de Nueva Córdoba, sobre la calle Hipólito Yrigoyen.
Junto al equipo de trabajo vienen desarrollando la propuesta educativa Divergente, que es bianual y que posibilita abordar y problematizar algunos conceptos que tienen que ver con quiénes somos y qué significa que el museo muestre la diversidad social, cultural y tecnológica a través del tiempo. “Utilizamos algunas herramientas lúdicas en torno a los conceptos, por eso los convertimos en personajes y generamos algunas dinámicas de juegos, de exploración que tengan que ver con las características de esos personajes”, explica Silvia sobre la propuesta dirigida a niños y niñas en la etapa de vacaciones de invierno.
Así, el año pasado los personajes fueron: Diversidad, Diferencia y Desigualdad y este año se suman los personajes: Identidad, Híbrido, Cultural e incluso uno llamado Vos que tiene que ver con cada una de las personas que vienen al museo apelando a las fluctuaciones de la divergencia y el encuentro entre los seres humanos tan propias de los procesos sociales.
Respecto a la idea de Divergente, Burgos afirma que “se centra en el objetivo de generar un sentido de pertenencia y de protagonismo del visitante en el museo”. Es decir, a través de las actividades se pretende conocer acerca de `los otros’ que visitan el Museo: Quiénes son, porqué vienen, qué los motiva a venir. Entonces, “la pregunta está vinculada a quién soy o quiénes son los que me acompañan, cuál es mi historia y porqué somos divergentes”, agrega la educadora. Es decir, a partir de la historia de un personaje, que es una caricatura, generar empatía en un niño o en un adulto ya que “las personas se vinculan desde sus historias personales en el museo”, completa.
Por otro lado, la propuesta Divergente también se presenta como una excusa para abordar temas y generar un espacio de intercambio: “A veces estamos hablando de un concepto pero, a la vez, estamos potenciando una reflexión en torno a por ejemplo, la noción de cultura o la noción de identidad”, señala Silvia. Y esta misma excusa también logra que los visitantes “cuenten quiénes son, cómo es su familia, cuál es su historia, qué les gusta, qué no les gusta, porqué están acá”, enumera Burgos.
De alguna manera, Divergente invita a pensar (nos) y por ello nos sumerge en el mundo de la “antropología viva” -dirá Burgos- para referirse al vínculo entre colectivos, grupos, comunidades como actores sociales. “Siempre recordamos que la gente iba al museo con la idea de ver dinosaurios y, hoy por hoy, estamos hablando de pueblos originarios y de generar actividades continuas que fortalezcan entender qué es la antropología”, asegura la educadora y al mismo tiempo advierte: “Pensando en qué otras posibilidades tiene la antropología de brindar información desde una particular perspectiva y cuál es el potencial que tiene entonces la antropología como ciencia”. Hablamos de una antropología “adaptada a los tiempos de la Universidad, libre, gratuita y abierta al público”, concluye.
El camino es largo pero sin dudas arroja sus frutos. “Hace 10 años estábamos hablando de un taller sobre qué hacen los arqueólogos y, hoy por hoy, estamos hablando de un taller de la Diversidad”, se entusiasma Silvia.
Multiplicar es la tarea
A partir de allí, lo Divergente encuentra su lugar en el museo y se expande “porque si estamos hablando de la importancia de reconocer al otro, en su diversidad cultural, también es importante escuchar a quienes vienen”, expone Burgos. Además, “no olvidarnos que somos un espacio de la Universidad que, al mismo tiempo, es un espacio que está inmerso en una comunidad y que genera diferentes niveles de apropiación”, destaca.
Con respecto al rol de la educación no formal en los espacios museísticos, Burgos sostiene que es interesante pensar que la educación en un museo es una disciplina, así como lo son las ramas de la antropología. Ya que, además, la educación ofrece una multiplicidad de estrategias y dispositivos para cautivar a los públicos y para acompañar distintos procesos.
Silvia Burgos nos habla de habitar los espacios que son públicos, nos convida el interés y nos motiva a “encontrar elementos que representen a las personas en el museo, no hablar de otro exótico, inalcanzable o muy lejano, sino hablar de nosotros mismos”. Y de esta manera nos da la clave: “Esa es una de las formas también de encontrar empatía con lo que vemos. Si las personas se sienten cómodas en un lugar que es público, eso multiplica”.
Para finalizar, Burgos subraya: “La participación de la gente le da sentido a lo que hacemos” dado que objetivo del museo es “dar a conocer lo que se está haciendo pero también ser receptores de lo que la comunidad quiere que suceda”.
*Por María Eugenia Lunad Rocha (Área de Comunicación Museo de Antropología. UNC).