Este martes de 28 de mayo, Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, se presenta por octava vez, ante el Congreso Nacional, un nuevo Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (LIVE). Frente al Museo de Antropología de la UNC, a partir de las 16hs, se realizará un pañuelazo y distintas actividades artísticas organizadas por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto-Córdoba. En esta nota, Fabiola Heredia, relata cómo fue que el Museo de Antropología se constituyó en sede de estas acciones y cuáles son algunos de los desafíos que implica la disponibilidad de un espacio público para el tratamiento de un debate social.
En el mes de junio del año pasado, integrantes del colectivo Católicas por el Derecho a Decidir y participantes de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito se acercaron al museo a solicitar un espacio para ver el debate que se daría en la Cámara de Diputados en aras de la esperada aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (LIVE). Si bien ellas enunciaban que serían entre treinta y, como mucho, sesenta personas, luego de haber participado personalmente en marchas del 8M y, viendo el proceso de visibilización que tenía el tema, supuse que iban a ser más de sesenta personas.
En su momento no tuve ninguna duda de lo necesario de brindar un espacio público para que las personas pudieran seguir el debate. Entendiendo que la Antropología como disciplina está interesada en los procesos que atraviesan las sociedades, podía ver que estamos ante un fenómeno social sin precedentes, con ciertas características:
. Nuevas nociones de “corporalidad” y “mujer”.
. Exposición de experiencias asociadas tradicionalmente a la vida íntima, que pasan al plano de lo público, incluso llegando a la protesta pública.
. Debates sobre las nociones de “vida” y de “persona”, donde se presenta una divergencia de cosmovisiones y creencias.
. Publicidad de contenidos y argumentos que nutren, tensionan y fluctúan al interior de los feminismos y sus protagonistas.
La Facultad de Filosofía y Humanidades se había declarado institucionalmente a favor de la aprobación de la LIVE, a lo que se le sumaba en esta oportunidad un evento cívico como es la discusión en el ámbito legislativo que no todas las leyes convocan pero que cuando lo hacen sin dudas resulta relevante.
Teniendo todo esto en consideración intenté prever el espacio y las condiciones para que las personas se sintieran cobijadas por lo público.
Sabía, además, que el acompañamiento de una institución universitaria para un tema tan polémico legitimaría esas presencias.
Aún así, todo lo que sucedió ese día no lo dimensioné, no sólo por la cantidad de personas que asistieron -que fueron muchas más de las que había imaginado. Recuerdo un momento en que estaba mirando desde la planta alta a todas esas mujeres, en su mayoría jóvenes, absolutamente conscientes de sus convicciones, acompañándose. Haciendo cuerpo la marea verde. Personal y profesionalmente me sentía absolutamente movilizada: algo no entendía, pero sentí la determinación de que, aunque no entendiera, las acompañaría. No entendía ni sus modos, ni sus cuerpos, ni sus estéticas, ni sus palabras. No me refiero a lo legible en términos racionales, sino en términos ontológicos. De esos fenómenos sociales que conmueven no sólo por su masividad, si no porque se puede percibir el dolor y la lucha que los mueve.
Estar ante la sociedad civil organizada, algo que damos por sentado pero que sucede sólo por estas partes del mundo con esta envergadura, vislumbra cambios que la maquinaria partidaria relenta por sus propios juegos de la política en su faz agonal. Estos juegos que, por supuesto hay que comprender y no desoír para poder estratégicamente incidir, pero ante la Marea Verde es tan claro que nuestra clase política en su gran mayoría no se encuentra a la altura. Porque se trata de un proceso social que se desarrolla en la vida íntima y personal, se afinca, construye las empatías necesarias y se expone haciendo del grotesco parte de su lenguaje tensionando de esta forma, una vez más, acuerdos sociales ilusorios de silencio e impunidad.
Atendimos a este requerimiento con esa sensación de saber -y al mismo tiempo de no saber justamente por estar transitando el fenómeno- de qué se tratan los movimientos de derechos humanos luchando contra el silencio que impone el terror de determinadas experiencias, siempre teñidas de crueldad.
En lo vertiginoso de los tiempos que estos procesos sociales imponen fui recabando pareceres entre compañerxs del museo y colegas, no sin sentirme tensionada conmigo misma sobre lo justo, o no, de poner el acento en este debate a una de las perspectivas en la que creo y que la institucionalidad de turno acompaña.
Porque después de todo desde un punto de vista estrictamente antropológico estamos ante la puja de cosmovisiones y creencias. Para quienes nos preciamos de ser “del palo” o al menos “de este palo” no nos quedan dudas sobre los derechos a las diversidades étnicas, políticas, sexuales, genéricas, etc… al menos en forma declarativa, pero como nos insisten los antropólogos especializados en religiones, la diversidad de creencias aún nos genera fuertes resistencias. Se traducen de un lado en apelativos como “las asesinas aborteras” y por el otro de “los antiderechos” en desmedro de la potencialidad que trae el debate social sobre lo que entendemos por “vida” y “muerte” en la multiplicidad de experiencias.
La antropología transita en el “equívoco”, tal como fue citada en imágenes magistralmente por Iván Zigarán -un reciente egresado de la carrera de grado- la descripción del hacer antropológico de Eduardo Viveiros de Castro en la muestra Monte y predación (2019): el opuesto del equívoco no es lo verdadero, sino lo unívoco. Y el proyecto antropológico consiste en habitar, potenciar y exponer el equívoco (Viveiros de Castro, 2011). Por lo que las tensiones ante estas acciones a favor de la LIVE no fueron menores.
En este sentido el Museo de Antropología de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC es reconocido como un espacio que puede alojar estas inquietudes cuestionando una mirada “tradicional” de los museos como ámbitos de contemplación, ya que busca responder al requerimiento de diferentes colectivos “musealizando”, en el sentido de generar el ámbito público propicio para exponer, exhibir y de esta forma legitimar la expresión de determinadas ideas sociales. Así, nos implicamos en el proceso público de debatir por la LIVE, atendiendo al “equívoco”, no para caer en un relativismo vacuo si no para provocar el pensamiento sobre el largo camino que estamos recorriendo socialmente.
Por Fabiola Heredia.
Directora del Museo de Antropología de la FFyH de la UNC.
- Texto producido en el marco de la muestra “¿Mujer Idiota? 100 años de debates en torno al aborto”, que se expone en el Centro Cultural España Córdoba
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