Detrás de la puerta del ropero, de un cordón puesto de forma horizontal colgaban pañuelos, varios, de muchos colores… mi mamá los usaba al cuello enrollándolos o doblándolos de diferentes formas… nosotras jugamos a hacernos vestidos. Una vez tomamos uno, ese que nos parecía el más feíto, por eso nos sorprendió cuando ella corriendo desesperada nos dijo ¡Ese no!… nos contó con vos temblorosa que ese pañuelo se le había entregado una de las madres de la plaza… lo tomaba con dulzura, lo doblo y lo volvió a colgar.
Con ella también conocí el feminismo, los encuentros Nacionales de mujeres, las ollas populares, las multisectoriales en reuniones del Sindicato de Luz y Fuerza… Ella se emociona cuando ve la magnitud de las marchas del 8 de marzo, de los pañuelazos verdes…
Ella como yo cree que estamos en momentos hermosos de conquistas de derechos y libertades. Y a la vez mas alertas y atentas que nunca para seguir a(r)mando el mundo feminista que deseamos y nos merecemos.
Por Sofia Menoyo.