Bajo esta convicción, Mirta Bonnin fue la primera mujer en asumir la dirección del Museo de Antropologías, después de sesenta años desde su fundación. Lideró a su vez, el traslado a su sede actual. Antropóloga, docente e investigadora, su experiencia y cosmovisión resultan claves dentro de la museología latinoamericana, local y nacional. Con su voz reflexiva, recorremos más de dos décadas de historia y cerramos este ciclo de entrevistas, que celebra los 80 años del Museo de Antropologías de la UNC y los primeros 10 del Instituto de Antropologías de Córdoba.
Mirta Bonnin nació en la provincia de Entre Ríos. Se formó como Licenciada en Antropología en la Universidad Nacional de La Plata. Y en Córdoba, durante la década de los noventa, se especializó en su disciplina, vinculada al campo de la museología. Así, en 1997, asumió la dirección del Museo de Antropologías de la UNC. Un tiempo donde el Museo seguía funcionando, desde 1980, de manera relegada en la cara sur del Pabellón Argentina. “La antropología sufrió mucho en épocas de dictaduras”, recuerda Mirta al comienzo del diálogo. “Tanto durante la dictadura de Onganía (1966 -1970), como la de 1976 a 1983. Y unos de los tantos embates, fue invisibilizar el Museo de Antropología como espacio público”.
En este recorrido, Mirta reflexiona sobre la necesidad que primaba en aquellos años de recuperar ese objetivo tradicional de la disciplina, que es trabajar sobre la arqueología y la antropología de los pueblos indígenas. “En ese momento, fue muy importante pensar la temática de los pueblos originarios del país”, dice.
En 1994 se produce la reforma de la Constitución Argentina, donde se reconocen los derechos indígenas y también la preexistencia étnica, previa a la conformación del Estado Nación. A su vez, en 1992, se había celebrado en el país la conquista y colonización de España hacia los pueblos de América. “Un hecho que naturalmente originó mucha resistencia, por parte de las comunidades indígenas. Lo singular y característico de Córdoba, fue su fuerte impronta colonial, eclesiástica e hispanófila. Entonces, ésta era una lucha que teníamos que dar. Sobre todo, desde un Museo de Antropologías”, explica Mirta.
Imaginar otro tipo de Museo
A su vez, destaca: «Si nosotros queríamos lograr aquel primer objetivo de instalar en Córdoba la larga historia indígena de diez mil años que tiene la región, teníamos que implementar programas educativos fuertes, con gente muy preparada. Allí desarrollamos una línea de trabajo y a su vez programas de extensión, como: Antropología y Comunidad. Educación y Museo. Patrimonio Local y Sociedades. Líneas de trabajo donde brindábamos asesoramiento y apoyo a distintas comunidades y públicos. Sin dejar de recuperar el Área Científica que luego desemboca en el Instituto de Antropologías de Córdoba (IDACOR)». Al poco tiempo, dice, «también apareció con mucha fuerza la cuestión comunicacional».
Mirta Bonnin fue dos veces directora del Museo de Antropologías. Durante un primer periodo, desde 1997 al 2010 y en un segundo, desde el año 2013 hasta 2016. Años donde la Antropología se involucró en cuestiones nodales de la vida democrática del país. Incluso, Mirta recuerda que habían programado la reapertura del Museo en su sede actual, para el 19 de diciembre del 2001. Pero luego, con las jornadas trágicas que se sucedieron el 19 y 20 de diciembre de 2001, al grito de que “Que se vayan todos”, la re-inauguración se concretó meses después, el 13 de septiembre de 2002.
Pese a cada una de las crisis que sufrió el país, desde su sede actual, el Museo se convirtió en un actor vital dentro de los procesos de Memoria, Verdad y Justicia, en los llamados Juicios de Lesa Humanidad. «A partir del año 2002 trabajamos en una alianza virtuosa con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que se acercaron al Museo para trabajar en los casos de desapariciones de personas», cuenta. Fue en el caso que se conoció como «Averiguación de enterramientos clandestinos, periodo 1976-1983», y luego en otros. «Así que por mucho tiempo, ese acuerdo con el EAAF se mantuvo. De hecho, yo misma fui perito en algunas ocasiones, para casos de juicios por desaparición forzada de personas».
Un museo inquieto
Mirta habla también sobre esta característica que tanto distingue al Museo de Antropologías. “Creo que tiene que ver con sus planes institucionales y con la calidad de personas que lo integran”, dice. “No pensar en museologías del siglo pasado, estáticas. En museologías despegadas de la sociedad. Sino pensar en un Museo que sea útil para la sociedad. Un museo que tenga algo que decir. Algo que opinar, algo que debatir. De hecho lxs profesionales, lxs trabajadorxs de nuestro Museo hoy, y desde hace mucho tiempo, son referentes a nivel nacional. Tanto las educadoras, como nuestrxs conservadorxs y documentalistas, nuestrxs investigadorxs. La museografía del Museo fue pionera en ese sentido. Pero tiene mucho que ver con esa inquietud, con ese compromiso y también con mucho trabajo y formación”.
Ver entrevista completa aquí:
Texto: Irina Morán.
Fotos: Natalia Roca.
Producción del ciclo de entrevistas “80+10 Antropologías en Córdoba”
Área de Comunicación – Museo de Antropologías.