Pieza del Mes de junio: Documento del Yacimiento Quiroga

Se trata de un documento de archivo perteneciente al Fondo Documental Jorge von Hauenschild y vinculado de manera directa con piezas de la colección arqueológica fundadora del actual Museo de Antropologías. Posee una anécdota interesante de cómo ingresa una de las piezas de la colección.

El Documento H.9 «Alfarería Indígena prehistórica de Santiago del Estero. 2° Parte: Descripción de los yacimientos explorados. d – Quiroga» está compuesto por diez folios mecanografiados, con correcciones gramaticales y ortográficas manuscritas. 

Fue escrito en 1944 y describe los materiales arqueológicos recolectados en el  Yacimiento Quiroga, La Banda, Santiago del Estero, entre los que se encuentran diferentes tipos de urnas funerarias. 

Sobre cómo se arma una colección

Este documento presenta una descripción detallada del yacimiento Quiroga, en el cual se encuentran entremezclados los más variados tipos de cerámica, tanto en sus formas como en su ornamentación. 

Un aspecto interesante de este documento es cómo se relata el ingreso a la colección de una de las urnas funerarias, descubierta por campesinos: “Muchas dificultades hemos tenido que vencer para sumar estas piezas a nuestra colección. Ahí va su historia. Una mañana, pasando por el camino a Quiroga, observamos, ya cerca a la entrada de esta población, a poca distancia de la misma, a un grupo de personas que estaban observando algo que había en el suelo (…) estos hombres habían estado arando la tierra cuando uno de los arados tropezó con un objeto duro que volcó haciéndolo pedazos. Aparecía el fondo de una urna (…) y sobre un fondo de arena yacían tres cráneos a la par, el más grande al medio y a cada lado uno más chico. Ha sido la primera y única vez que vimos que se había dado sepultura a varios cadáveres en una sola urna”. 

Dicha urna quiso ser adquirida para la colección, pero el documento relata que el dueño del terreno y descubridor de la urna, Benito Barraza, se negaba terminantemente a entregarla o a venderla. “Movido seguramente por su espíritu supersticioso – herencia de sus antepasados, y aún hoy rasgo innato de muchos pobladores santiagueños -, nos dijo tranquilamente: Aunque me pague 100 pesos, no podría entregarle la urna, por cuanto debo velar primero los restos, para no sufrir daño en mi familia”.

El relato continúa explicando que se habló a Barraza de no tocar el contenido de la urna, pero a los quince días, cuando volvieron a visitarlo, encontraron la urna vacía y los restos óseos, completamente destruidos, amontonados sobre el piso de la pirua, rodeados de velas encendidas. “El velatorio duró tres meses, y con eso Barraza dio por satisfecho las malquerencias de algún espíritu maligno que temía y convencido de haber alejado todo peligro de su familia. Pero aun en este momento, y considerando el estado lamentable en que se encontraban los restos óseos, no había forma de adquirir la urna. Pasaron unos seis meses más, y un día se presentó Barraza en nuestra casa para pedirnos un servicio que felizmente estábamos en condiciones de satisfacer. Nada se habló de la urna, pero al día siguiente volvió, trayéndola con los restos óseos; para demostrar su gratitud. Así ingresó a nuestra colección”.

El documento continúa luego con una descripción detallada del aspecto de la urna que define como de tamaño amplio y de formas simétricas, aunque el diámetro es algo mayor que la altura; a pesar de estar construida en una silla pieza por el sistema de los rodetes, tiene asas planas, colocadas en la parte inferior del cuerpo. Además dice: “El fondo es plano y amplio; el cuello acusa una ligera curvatura hacia adentro, por lo que se reduce el diámetro de la boca. La superficie exterior está recubierta rústicamente, y en parte decorada con surcos producidos por los dedos. Como adorno lleva en la parte superior del cuerpo, cerca de la base del cuello, dos apéndices zoomorfos, contrapuestos, probablemente cabezas de jaguar o el gato montés, con líneas verticales grabadas que cortan el párpado inferior/ lo que excluye considerarlos como tatuajes, y debe admitirse que se trata de lágrimas. Entre ambas cabezas hay de cada lado dos pares de barretas, en relieve, con impresiones digitales en el plano superior”. 
Este documento llegó a la Reserva Patrimonial del Museo de Antropologías en 1976, a través de la donación realizada por la viuda Paulina Rudge de Hauenschild. En ese acto se donó la colección bibliográfica, colección etnográfica y documentos varios.

Su valor en la actualidad está vinculado directamente a la gestión de las colecciones arqueológicas y etnográficas de Jorge von Hauenschild y permite seguir con la identificación de las piezas y fragmentos de este voluminoso acervo. Este tipo de documentos, también, dan luz sobre los métodos de trabajo arqueológico en la primera mitad del siglo XX, el coleccionismo y la relación con comunidades locales. 

Texto: Diego Martín Carro – IDACOR –  Reserva Patrimonial

Edición: Eliana Piemonte – Área Comunicación

Fotografía: Paloma Laguens – IDACOR – Reserva Patrimonial

Diseño: Florencia Bacchini – Área Comunicación

Equipo de trabajo: Soledad Ochoa – Reserva Patrimonial – Eliana Piemonte – Área Comunicación – Camila Aimar –IDACOR –  Reserva Patrimonial – Agustín Ramírez –Reserva Patrimonial – Iara Angaroni – Área Recepción

Scroll al inicio