Pieza del Mes de julio: Tortero de la Cultura Aguada

Se trata de un artefacto de forma oval confeccionado sobre hueso, perteneciente a la Cultura Aguada. Esta sociedad se desarrolló hace alrededor de 1000 a 1500 años atrás, en varias provincias del Noroeste Argentino.

Comúnmente, dentro de la literatura arqueológica, el objeto que es la Pieza del Mes es  denominado “tortero”, vocablo que hace alusión a los pesos que se utilizan en la parte posterior del huso para hilar, y que ayudan a torcer la hebra. Sin embargo, algunos investigadores, debido a las características particulares que poseen este tipo de artefactos -es decir, que son más livianos que los torteros realizados en cerámica o piedra, la decoración elaborada presente en solo una de sus superficies y su forma irregular- consideran que pudieron haber sido destinados a un uso más personal, como ser botones para la ropa, cuentas, apliques para el pelo, etc.

En este caso, el artefacto elegido presenta motivos grabados con diseños de aves y de figuras felino-ofídicas. Está elaborado sobre la parte central y alargada de un hueso de un mamífero grande, quizás  una tibia o radioulna de llama o guanaco. El hueso original fue totalmente modelado a partir de pulido y abrasión por desgaste; y los motivos felino-ofídicos y de aves fueron realizados por grabado y excisión sobre la superficie dorsal del objeto, mediante el empleo de algún objeto punzante. En el caso de los círculos concéntricos con un punto central que decoran el cuerpo de los personajes felino-ofídicos, así como los ojos de estas figuras, por la perfección y simetría de todos ellos, debieron haber sido elaborados con la técnica de “barreno de arco”. 

La pieza se encuentra completa y tiene un orificio circular en el sector central; mide 5,5 cm de largo, 2,5 cm de ancho y 0,3 cm de espesor. 

Este objeto fue recuperado entre los restos arqueológicos de una vivienda de la Cultura Aguada. Estas poblaciones vivieron en varias provincias del noroeste argentino, como Catamarca, La Rioja, San Juan y parte de Tucumán.

La pieza proviene del sitio Piedras Blancas, ubicado en el fondo de la planicie aluvial del Valle de Ambato (Catamarca), a una altura de 1040 m.s.n.m. Este sitio se extiende sobre un área de 70 m en sentido Norte-Sur y 100 m en sentido Este-Oeste. Se encuentra integrado por una elevación monticular y un sector de construcciones, compuesto por siete recintos y tres patios. Posiblemente, fue una residencia de élite multifuncional, donde se realizaron tareas comunales o se alojó a más de una familia. 

Los fechados radiocarbónicos realizados al sitio, ubican su ocupación entre el 574 y 1225 d.C. o 469 y 1270 d.C.

El artefacto que es la Pieza del Mes fue recuperado en el año 1999, durante los trabajos llevados a cabo por el “Proyecto Arqueológico Ambato”. Piedras Blancas ha sido excavado en sucesivas campañas entre los años 1996 y 2005, con la autorización de la Dirección Provincial de Antropología, Secretaría de Gestión Cultural, Ministerio de Cultura, Turismo y Deporte, Gobierno de la Provincia de Catamarca. 

Esta pieza, que se exhibe en la Sala de Arqueología Andina del Museo, llama mucho la atención por su elaboración en hueso y la complejidad de su diseño. Analizar este tipo de objetos desde la arqueología es importante porque brinda conocimiento sobre la tecnología que usaba la gente y permite abordar la forma de elaborar distintos objetos. Además, estudiarlo desde la iconografía posibilita indagar en los sistemas de creencias y costumbres de la sociedad Aguada. 

Por otra parte, observar la materialidad -el hueso- permite hacer preguntas sobre su origen, es decir, si los recursos eran locales o no, cómo se accedía a ellos y pensar en el uso de animales -como los camélidos, en este caso-  más allá de la alimentación. 

Por último, el entrecruzamiento de la información obtenida del estudio los distintos aspectos mencionados (materialidad, tecnología, iconografía), junto con el contexto donde se halló la pieza, es decir, dentro de un recinto de una vivienda de élite, ayuda a abordar sus posibles usos, ya sea como torteros o como objetos personales para la vestimenta. 

En síntesis, estudiar este tipo de artefactos permite generar información sobre los modos de vida, la forma de acceso a las materias primas, la confección y los usos de los objetos. 

Texto: Mariana Dantas – IDACOR –  Museo de Antropologías

Edición: Eliana Piemonte – Área Comunicación

Fotografía: Paloma Laguens – IDACOR – Reserva Patrimonial

Diseño: Florencia Bacchini – Área Comunicación

Equipo de trabajo: Soledad Ochoa – Reserva Patrimonial – Eliana Piemonte – Área Comunicación – Camila Aimar –IDACOR –  Reserva Patrimonial – Agustín Ramírez –Reserva Patrimonial – Iara Angaroni – Área Recepción

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