“Los sentidos y destinos de los restos humanos arqueológicos en Córdoba”

Conversatorio con comunidades indígenas en el Museo de Antropología – FFyH

Recuperamos aquí los aspectos relevantes que se pusieron en escena en el marco del Día Internacional de los Museos 2017, celebrado el 18 de mayo pasado. En dicha jornada, las comunidades indígenas de Córdoba fueron invitadas a intercambiar sentidos y poner en común las diferentes miradas en torno al destino de los restos humanos arqueológicos que aún permanecen en los museos. Este año, ICOM Internacional planteó abordar como temática común “Museos e historias controvertidas: decir lo indecible en los museos». Como grupo de trabajo del Museo de Antropología, esta propuesta nos planteó una reflexión crítica en relación a la necesidad de posicionarnos y dialogar sobre los sentidos y destinos de los restos humanos arqueológicos en Córdoba.

Como primera actividad, generamos una intervención en dos salas de exposición permanente del museo para visibilizar y poner en cuestión las diferentes perspectivas con las que el Museo de Antropología ha asumido el tema de los restos humanos arqueológicos.

La primera intervención, Capas de Memoria, fue realizada en la sala de Arqueología Andina. En una vitrina se expusieron la foto y el extracto de un texto de 1873 del etnógrafo y naturalista argentino Juan Bautista Ambrosetti. En él se expresa la naturalización y justificación del trabajo científico para la excavación de restos humanos, a la vez que se remarca la distancia con la que los hombres del lugar enfrentan esa situación. Se describen tanto el respeto a sus familiares muertos, como la sensación derechazo de la práctica científica, en repudio a la exhumación de sus antepasados:

La primera sepultura quedó abierta y entonces presenciamos una escena tocante. Uno a uno nuestros peones desfilaron ante ella arrojando un puñado de coca y pronunciando en quichua estas palabras ingenuas y sentidas que jamás olvidaré: ‘Tata antiguo, toma y coquea, no te enojes, a nosotros nos ordenan’.

Además, esta intervención fotográfica está alojada en la misma sala donde se exponen urnas funerarias, sin restos humanos, pero que dan cuenta de una práctica arqueológica que hoy es cuestionada. La muestra está acompañada de tres vasijas con hojas de coca para que, quien así lo desee, pueda hacer una ofrenda a los antepasados que permanecieron sepultados allí.

La segunda intervención se realizó en la sala Mensajes de identidad, adonde expusimos una serie de fichas recuperadas de la Reserva Patrimonial del Museo de Antropología. Estas fichas son originales y dan cuenta de una práctica científica arqueológica de mediados del siglo XX. Muestran formas de clasificación y series que cosifican el hallazgo de los restos humanos. En ellas, se enuncia a un “otro” que se consideraba parte de “comunidades desaparecidas”. Hay algunos datos que permiten inferir, incluso, que los cuerpos fueron valorados monetariamente en diferentes momentos de la práctica arqueológica.

Cabe recordar que, durante mucho tiempo, los museos de antropología expusieron en sus vitrinas restos humanos. La lucha de las comunidades indígenas que cuestionó y rechazó la exhibición de los restos de sus ancestros, generó un reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas en relación a su patrimonio cultural. El Museo de Antropología nunca expuso restos humanos. Sin embargo, es la primera vez que genera una reflexión en sus salas de exposición permanente.

Conversatorio con las comunidades indígenas

En el marco de estas actividades, el 17 de mayo, el Museo se vistió de memoria, de encuentro y de sentidos para recibir a todas las comunidades indígenas que se acercaron para compartir una mesa de diálogo en relación a la temática planteada. La bienvenida comenzó en el Museo de Antropología para hablar de lo indecible y de un “tema que no es nombrado y que es el destino y significado de los restos humanos arqueológicos”, de acuerdo a las palabras de Ludmila Da Silva Catela, directora del museo.

Hablar de historias controvertidas y de lo que no se dice no es sencillo; sin embargo, el museo busca reconstruir y desandar el camino devolviendo algunos sentidos. “Es importante tener una mesa de diálogo con las comunidades para pensar los contextos que llevaron a que sus ancestros hayan sido exhumados y ‘depositados’ en museos. Nos interesa compartir e intercambiar ideas en relación a esta práctica científica”, señaló la directora. Y agregó: “Luego de una larga trayectoria de cosificación de las personas por parte de la disciplina antropológica, es importante reafirmar que sus muertos son también nuestros ancestros. No son los muertos de otros, son de todos”.

Posteriormente, pudimos conocernos un poco más, al compartir algunas coplas con las comunidades invitadas:


“Como arbolito ‘e las sierras somos los comechingones

aunque el fuego nos abrace brotamos de los tizones”.

 

Por su parte, Cristina Silva, representante de la comunidad Ochonga, remarcó la importancia de entender la diversidad desde el presente, “de nada sirve que nos disfracemos de indios de libro, porque somos jubilados, docentes, madres y desde ahí, hay que respetar la identidad”. Sus apreciaciones dejaron abiertas nuevas discusiones sobre la compleja construcción de las identidades. Tras esta emotiva instancia, la directora del Museo de Antropología reflexionó: “Que los silencios hoy se tornen una gran producción de memoria”.

El debate entre las comunidades, los integrantes del museo y grupos de investigadores del Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR-CONICET) continuó en la Reserva Patrimonial y Archivo del Museo de Antropología, ubicado en Ciudad Universitaria. Uno de los objetivos centrales fue que las comunidades indígenas pudieran visitar el lugar y conocer las condiciones donde se encuentran los restos de sus ancestros. El otro, que pudieran advertir la manera en que en la actualidad se trabaja en pos de su conservación y cuidado ético, ya que allí se encuentran más de 60 mil piezas arqueológicas. Entre ellas, los restos humanos indígenas.

Mirta Bonnin, arqueóloga, investigadora y docente de la UNC, brindó una charla sobre el recorrido histórico del trabajo en torno a las colecciones arqueológicas y, en especial, sobre la temporalidad de los restos humanos arqueológicos. Explicó la génesis de la conformación de la Reserva Patrimonial del Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba e indicó que dicho proceso implicó la mejora del edificio, la clasificación de la documentación, la digitalización de los acervos documentales y de las piezas arqueológicas que permitieron la recuperación de la información.

Por otro lado, enunció la importancia de los conceptos que acompañaron los cambios y negociaciones en relación a las prácticas de los museos de Antropología. En este sentido, relató cómo se dejó de llamar ‘depósito’ para renominarlo como ‘Reserva Patrimonial’. Para Mirta Bonnin, esto significó incluir la mirada ética y “humanizar los restos, no pensar en restos arqueológicos sino en restos humanos indígenas adecuándose a lo que dice la Ley”. Subrayó, además, la profesionalización y la necesidad de asegurar las condiciones de conservación para “evitar la mala manipulación, la negligencia y el deterioro de cada pieza”. Finalmente, afirmó que en la mayoría de los museos del país se encuentran restos humanos de la época previa a la conquista española, sobre los cuales no se tiene información documental. En este sentido, “conocer sobre ellos, requiere una tarea de investigación de los colegas de la Antropología biológica, ya que la información está contenida en los huesos”, advirtió.

Como cierre de esta etapa del encuentro, Ludmila Da Silva Catela ratificó que “la reivindicación de las comunidades indígenas provocó un cambio en la mirada antropológica en relación al destino de los restos humanos indígenas”.

Así, se inauguró la visita a la Reserva Patrimonial, adonde las comunidades indígenas, en silencio y con profundo respeto, caminaron por sus pasillos. Algunos sacaban fotos, otros se detenían a mirar una pieza de cerámica, todos comentaban en voz baja sobre la cantidad de objetos allí resguardados y preguntaban sobre el origen de las piezas. Hacia el final del pasillo, poco a poco fueron entrado a la sala donde están cuidados los restos humanos indígenas. En ese momento tan íntimo y especial, las emociones y sensaciones se encontraron para pensar sobre los ancestros y el lugar dónde deberían estar esos restos humanos.

Luego de visitar la Reserva Patrimonial, todos volvimos a reunirnos en el aula de arriba para conversar y compartir experiencias, opiniones e impresiones. Entre los comentarios expresados nos gustaría rescatar las palabras de Horacio Pereyra, representante de la comunidad Comechingona Toco-Toco, actual líder o Nauam, y de Cristina Silva de la comunidad Ochonga, quienes agradecieron el “trabajo y el respeto que se les brinda a los restos humanos indígenas”. Julia Ceballos Jaime, de la comunidad Arabela del Pueblo Comechingón reconoció estar “contenta por cómo están cuidados nuestros ancestros” y agradeció al equipo de investigadores que trabajan y “que ponen tanto empeño”. En tanto, Lucía Villareal, de la comunidad Camiare, manifestó que “nuestros restos son de la Pacha y deben volver a la Pacha”. También asistieron referentes de la comunidad Sanavirona Mampa Sacat de San José de la Dormida y Cristian Bustos del Consejo Provincial Indígena, quien recalcó la importancia que la legislación vigente acompañe este proceso, para evitar e impedir “el tráfico y venta de restos ya que están dadas las condiciones para que cada comunidad reclame”.

Contar lo que se calla, decir lo indecible, fue una invitación del ICOM, para decir y visibilizar lo que sucede en los museos y sus reservas patrimoniales. Desde el Museo de Antropología de la UNC, tomamos esa consigna y la llevamos adelante a partir del encuentro y el diálogo con las comunidades indígenas de Córdoba; propusimos nuevas capas de memoria en las salas del Museo y abrimos la Reserva Patrimonial a la mirada y el debate reflexivo en torno a los restos humanos indígenas. Al decir lo indecible en los museos, este encuentro con las comunidades indígenas de Córdoba, nos permitió aprehender a partir de las experiencias y el diálogo sobre los pasados y presentes dolorosos e inherentes a la humanidad. Desde el Museo de Antropología agradecemos la posibilidad de este diálogo, que abrió una primera instancia de intercambio, a la que habrá que alimentar con nuevos encuentros, discusiones, debates y experiencias.

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