Los incendios en Córdoba llevan más diez días. Hay zonas de viviendas calcinadas, más de 800 evacuados y unas 20 mil hectáreas afectadas por paredones de fuego que se alimentan por los fuertes vientos de agosto y la ausencia de la lluvia que lleva más de tres meses.
Según datos oficiales el incendio del norte de Córdoba, originado en Ischilín y desplegado luego en la zona de Copacabana y Ongamira, hasta Charbonier, consumió al menos 14.321 hectáreas durante este fin de semana.
En las últimas horas hubo focos en el departamento de Ischilín, la zona del cerro Pan de Azúcar, cerca de Cosquín, en el Valle de Punilla. En Capilla del Monte y Charbonier trabajan más 140 bomberxs asistidxs por aviones hidrantes, resguardando a familias y viviendas cercanas a la ruta nacional 38 y otras cercanas a la ruta provincial 17, entre Chrabonier y Escobas. Sólo en esta zona son unas 600 personas las que han tenido que trasladarse a áreas protegidas y brindadas por familiares, vecinxs y los municipios de cada lugar.
Las imágenes que circulan por medios y redes sociales son dantescas y escalofriantes. Focos de fuego que avanzan en tierras de monte nativo, y el trabajo sin tregua de bombrerxs y voluntarixs de cada lugar, articuladxs a estas horas por la ayuda privincial y nacional, frente a un humo negro y la angustia de todo un país que observa asolado el avance de las llamas en otra provincia más.
La bronca e indignación apuntan a una serie de politicas y acciones que se vienen produciendo hace más de 10 años. Los datos reportados revelan que tanto en el 2009 como en el 2013 los incendios en Córdoba fueron dramáticos. En 2009 se quemaron unas 60 mil hectáreas en Calamuchita y 150 mil en toda la provincia. En 2013, también los incendios tuvieron nueve días de furia y dejaron como saldo unas 90 mil hectareas arrasadas.
Las causas siguen siendo las mismas que hace una década: intencionalidad, desmonte, una política estractivista y el negocio inmobiliario que avanza con una voracidad que apesta y no encuentra límites gubernamentales ni sanciones reales de ningún tipo.
El comunicador y docente de la Univerisad Nacional de Villa María, Naúm Mirad, integrante a su vez del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), apuntaba en sus redes. “Se trata de una economía enfocada en la acumulación, el bienestar y no en el servicio. Ese bienestar es -por definición- depredador de la vida en su totalidad”. Allí se generan los combustibles del desastre: la deforestación masiva, la concentración urbana, y por ende los cambios en los ciclos climáticos, donde hoy vemos como arden las llamas que arrazan distintos puntos de la provincia y el litoral del país.
El antropólogo Julián Mignino, -miembro del equipo de investigación arqueológica “Proyecto Ongamira” de IDACOR- Museo de Antropología de la UNC- resalta que “a comienzos del siglo XX, la provincia de Córdoba contaba con cerca de 12 millones de hectáreas de bosque nativo. Hoy, nuestra provincia cuenta con menos del 5% a causa del desmonte impulsado por los mega emprendimientos inmobiliarios, el avance de agroecosistemas y el extractivismo ininterrumpido de recursos naturales”.
De esta postal que conocemos tan de cerca, “ahora vemos cómo el fuego ha arrasado no sólo con hectareas de biodiversidad, sino también con proyectos, sueños y fuentes de vida de muchos habitantes de las sierras y sierras chicas”, subraya.
Ecocidio
“Hace años que muchos especialistas alertan sobre la necesidad impostergable de una ley de bosques -que actualmente duerme en la Legislatura de Córdoba- y de la necesidad de invertir en politicas de gestión, concientizacion y prevención acerca del impacto ambiental, antes que de combatir y apagar incendios y lamentar daños irreparables” señala el investigador.
“Según las estadisticas, el 95% de los incendios forestales en nuestra provincia son hechos intencionales. En cada una de las noticias los chivos expiatorios siempre apuntan a la quema de hojas, a algún asado o la limpieza de pequeñas chacras de escala doméstica. Pero, resulta por demás llamativo que los focos de incendios casi siempre se localizan sobre los pocos fragmentos de bosque que nos quedan y que, luego de que el fuego arrase con todo a su paso, los emplazamientos inmobiliarios y la obra pública avancen sobre esos territorios”.
“No podemos permitirnos tan sólo crear figuras heroicas y románticas en las personas que incanzablemente trabajan día y noche contra los desastres naturales y tapar las causas reales de estos problemas”, alerta.
En un contexto de pandemia, los seres humanos vivimos un momento bisagra. Ante la evidencia de desequilibrios ambientales causados por el accionar humano es momento de priorizar estos asuntos en la responsabilidad ciudadana y las agendas políticas para formular prácticas y marcos regulatorios que contrarresten los efectos devastadores de este ecocidio.
Texto: Irina Morán – Reposnable del Área de Prensa del Museo de Antropología de la UNC
Julián Mignino – Antropólogo, miembro del equipo de investigación arqueológica “Proyecto Ongamira” de IDACOR- Museo de Antropología de la UNC.
Fotos: Natalia Roca
Fecha: 25 -08-2020.