Antropologías y sus nuevas miradas

El Museo de Antropologías celebra este 13 de septiembre de 2022 los veinte años de su reapertura en la sede actual. En esta nota, Fabiola Heredia, directora del Museo, repasa los desafíos de ese período y comenta las características de la Muestra «Miradas con amor» que se inaugura coincidiendo con este aniversario.

El 13 de septiembre de 2002, -hace 20 años- se reabría al público el, por aquel entonces, Museo de Antropología. Tras un largo derrotero de nominaciones y cambios de lugar, finalmente se inauguraba una muestra en una sede propia.

En aquel momento fueron varias las prioridades: conformar un equipo de trabajo, realizar medidas básicas de conservación de las colecciones, acondicionar el edificio donde se radicaría el museo, conseguir fondos económicos y planificar la muestra inaugural. En la definición del contenido principal de la muestra, además de la necesidad de integrar al guion información sobre “la casa” del museo, era un imperativo la inclusión de la presencia de las comunidades indígenas del centro del país a partir de la exhibición de objetos arqueológicos.

A lo largo de estos veinte años se han sumado otros desafíos como la consolidación de los espacios formativos en ciencias antropológicas -de los que el museo ha sido un actor fundamental- y su consecuente expansión disciplinar, la profesionalización permanente del personal en las diferentes áreas del trabajo museístico y la necesidad del reconocimiento de su especificidad al interior de la UNC y de las agencias de investigación como CONICET y, actualmente la adaptación de los instrumentos reglamentarios tras ochenta años de existencia de este museo.

Al mismo tiempo los museos en general han visto problematizado su rol, ante una creciente demanda social sobre sus sentidos, que fueron tematizados en diferentes giros teóricos y esfuerzos prácticos al interior de la museología con la museología crítica y la nueva museología.

Lo cierto, es que nos encontramos ante un museo que ha podido construir su propia voz en el ámbito local guiado no sólo por su institucionalidad como museo en la complejidad de las sociedades contemporáneas, sino también buscando la especificidad de su carácter universitario y promoviendo las ciencias antropológicas.

El 10 de diciembre pasado el Museo celebró sus 80 años de existencia y la comisión que organizó actividades para su conmemoración sugirió que el nuevo nombre sea Museo de Antropologías justamente en el reconocimiento de la multiplicidad de perspectivas, temáticas e interlocutorxs que hacen a las Antropologías posibles.

En ese sentido, aquel 13 de septiembre de 2002 era prioritario dar a conocer la presencia indígena en el centro del país, hoy las comunidades indígenas cohabitan el Museo y co-construyen las investigaciones que se llevan adelante y que de una forma crítica acompañan sus agendas políticas en la lucha por el reconocimiento. El sistema educativo se apoya no sólo en los contenidos, si no en la forma de abordaje de estos en el museo.

De igual manera otros colectivos se hacen presentes en el museo como resultado de la forma de trabajo que proponen las disciplinas antropológicas implicando a quienes investigan en esos mundos sociales. Así en los últimos años temas como la relación de las personas con su medioambiente, la visibilización de la violencia institucional con diferentes grupos sociales y las cuestiones de género han ocupado el museo de las más diversas maneras.

A su vez los públicos se han ampliado y se han convertido en interlocutorxs: adultxs mayorxs, trabajadorxs de otros museos, personas en cárceles, entre otrxs.

Es por ello que la coincidencia de la apertura de la muestra “Miradas con amor” de la fotógrafa y trabajadora del IDACOR-Museo de Antropologías Paloma Laguens converge en la causalidad de la expansión de las ciencias antropológicas por los cuerpos, sus vivencias y sentidos de la mano con el fortalecimiento de los feminismos, sus preguntas sobre cómo la matriz de género opera para pensar nuestros cuerpos.

Veinte años después de aquella reapertura con una impronta puesta principalmente en la visibilización de objetos arqueológicos y sus “quienes”, hoy … los intereses por las corporalidades a través de una muestra compuesta por “personas comunes” interesadas por problematizar las exigencias corporales se cobija en el museo. Una muestra no pensada necesariamente para conversar con las antropologías, pero que sí trae las temáticas de las que necesitamos hablar antropológicamente. Una muestra itinerante que dialoga con otras producciones culturales contemporáneas, donde jóvenes mujeres interpelan a quien mira para constituir y ser miradas con amor.

Sobre la Muestra

Los últimos años vieron una explosión de imágenes de cuerpos en nuestros dispositivos electrónicos. La tecnología virtual posibilitó que como nunca antes nos viéramos y viéramos rostros, cuerpos, partes de cuerpos de otras personas. Esas representaciones de cuerpos, que antes eran del dominio de la pintura, la fotografía, el cine, la televisión, la publicidad y la moda, de repente se hicieron presentes en nuestra cotidianidad entre mates, plantas y libros.

Junto al cuestionamiento a los prejuicios ante la desnudez de los cuerpos y sus partes, se polemizan aquellos modelos de cuerpos fuertemente aspiracionales. ¿De qué se trata aquello que se cuestiona como cuerpo hegemónico? Desde una perspectiva antropológica, aquello que en cada contexto, clase social y tiempo se entiende por cuerpo hegemónico nos habla de un momento cultural, de un conjunto de prescripciones y al mismo tiempo de márgenes y exclusiones que van más allá de la materialidad del cuerpo.

Desde el siglo XVI el cuerpo como organismo fue diseccionado, anatomizado y convertido en un recito que aisló a las personas entre sí y las desprendió del cosmos en el que antes se fundían. En la modernidad esta idea de “individuo” va a llegar hasta nuestros días. En esa disociación somos experiencia subjetiva atrapada en un cuerpo.  Constituye la frontera de nuestra subjetividad. Luchamos por transgredir esos límites en favor de unirnos a un nuevo cosmos. Muchas demandas sociales no entrañan otra cosa que la búsqueda de un nuevo cosmos, una nueva espiritualidad para trascender los estrechos límites que nos impone el cuerpo. Las demandas que se ciñen sobre los formatos de cuerpos ¿aspiran instalar repertorios de cuerpos posibles de ser vividos o en realidad procuran expandir los sentidos de la experiencia humana?


Texto: Fabiola Heredia – Directora del Museo de Antropologías

Fotos: Irina Morán – Área Comunicación  

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