El libro “El fotoperiodismo en Argentina. De Siete Días Ilustrados a la agencia Sigla» de Cora Gamarnik recupera la década dorada –1965 y 1975– de la fotografía de prensa en el país. Los años ´60, donde las revistas ilustradas le otorgan a la fotografía un protagonismo inédito en su despliegue, y los ´70, cuando el rol de la imagen se convierte, según la autora, “en una herramienta de lucha para transformar la realidad”. Cora Gamarnik – Doctora en Ciencias Sociales y licenciada en Comunicación por la Universidad de Buenos Aires–, presentó su libro a sala llena, el 24 de junio del 2022 en el Museo de Antropologías de la UNC, acompañada por la antropóloga Mariana Tello, junto a la reportera gráfica cordobesa Irma Montiel.
Editado por el sello de ArtexArte, de la Fundación Alfonso y Luz Castillo, el libro es un punto de partida para recuperar parte de la historia del fotoperiodismo en Argentina, desde 1965 a 1975. Su autora, Cora Gamarnik, es Doctora en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesora universitaria y co-directora del “Grupo de Estudio sobre arte, cultura y política en la Argentina reciente. Instituto de Investigaciones Gino Germani”. Además,es una de las coordinadoras del Área de Estudios sobre Fotografía de la Facultad de Ciencias Sociales, de la UBA. Autora de diversos artículos en libros y revistas académicas sobre la historia del fotoperiodismo en Argentina y sobre los vínculos entre la imagen e historia.
Pero sobre todo, Cora Gamarnik es una mujer sensible e inteligente. Con una formación profunda para analizar el valor simbólico, semiótico, histórico y hasta político que adquieren determinadas imágenes en el devenir de la historia. En los últimos años, se ha posicionado incluso como una especie de editora de las imágenes que se publican en las redes. Con una mirada aguda para seleccionar y analizar, con cierta inmediatez, el poder de síntesis, la manipulación o el impacto que reúnen algunas pocas fotografías documentales o de prensa, en relación a determinados temas de coyuntura política y social.
Al indagar, sobre la motivación de este libro, Cora Gamarnik, cuenta que es el resultado de una beca doctoral, donde su primer proyecto era estudiar la historia del Fotoperiodismo en Argentina. “Me di cuenta que en relación a todo lo que es el fotoperiodismo o la fotografía de prensa en el país había un enorme vacío o vacancia. Es decir, existían estudios sueltos sobre fotografía, pero no había ningún trabajo serio sobre la fotografía de prensa en todo el siglo XX de la Argentina”, señala.“Al estudiar un poco el tema, pude ver que entre los años 1965 y 1975 era la época dorada del fotoperiodismo”, afirma. “En aquellos años muy poca gente tenía televisión. Tampoco había mucho contenido audiovisual y existía una avidez enorme por conocer e informarse sobre los grandes acontecimientos políticos del mundo”, añade. “Recordemos que a lo largo de la década del sesenta se produjo la guerra de Vietnam; el Mayo francés; las movilizaciones estudiantiles en todo el mundo; los movimientos de descolonización en África; las luchas guerrilleras en América Latina; la Noche de los Bastones Largos; el Cordobazo; la masacre de Trelew; la asunción de Cámpora; la última presidencia y la muerte de Perón; los crímenes de la Triple A; el asesinato del Che Guevara y el primer viaje a la Luna”, enumera la autora, mientras hace un pasaje de las revistas ilustradas más significativas de aquella época».
“La gente podía conocer todos esos sucesos a través de la fotografía de prensa”, remarca Cora. “Por ello decido, como época de inicio, el año 1965. El otro punto importante del libro es lo que sucedió en Argentina con la prensa militante, a comienzo de la década del ´70. Y, en ese contexto, cómo la fotografía se convirtió en una herramienta de denuncia y de lucha, especialmente en los sectores vinculados a la izquierda peronista”.
Para la antropóloga Mariana Tello el libro de investigación, de unas 350 páginas, tiene un valor documental y etnográfico incalculable. “Las fotos analizadas se transforman en vehículos de memoria. La imagen se vuelve acontecimiento y las personas se transforman en íconos”. A su vez, la investigación pone en evidencia que durante la época que analiza el libro, “los medios gráficos que tenían un consumo masivo de lectores, a través de estas fotografías, lograron dejar marcas de la época”. El libro “El fotoperiodismo en Argentina. De Siete Días Ilustrados a la agencia Sigla”, nos propone “una ética de la mirada para ver el pasado”.
Un lugar en la historia
Según Gamarnik, actualmente estamos saturados de imágenes. Sin embargo “siempre hay fotografías que logran hacerse un lugar en la historia”. “Pienso ahora, que acaban de cumplirse 20 años de los brutales asesinatos de Kosteki y Santillán, en la estación de Avellanda, que fue gracias a la presencia de fotógrafos en el lugar, que pudieron ser testigos de los asesinatos por parte de la fuerza policial, que el caso logró algo de justicia. Pienso en el valor de esos fotógrafos que pudieron cumplir con su labor profesional, que pudieron tomar las fotografías estando ahí. Y no sólo eso. Profesionales que luego se tomaron el trabajo de que esas fotos fueran visibilizadas por distintos medios. Recordemos que, en algunos de los diarios o medios donde trabajaban, no querían publicar las fotografías o decidieron retrasarlas. Fue entonces, gracias al trabajo de aquellos profesionales, que esas imágenes fueron conocidas. Mientras que en su conjunto, buena parte del poder político, mediático y policial de esos años, decían que los piqueteros o ´la crisis´ se habían cobrado esos muertos. No era cierto. Gracias al valor de esas fotografías se conoció la verdad y después se logró algo de justicia. Así que no importa cuántas fotos circulen”, insiste Cora. “Siempre existen algunas que cumplen un rol específico clave y entran a la historia”.
La reportera gráfica cordobesa Irma Montiel, fue otra de las colegas que acompañó a Gamarnik, durante la presentación. Para Montiel, el libro no sólo rescata los años dorados de la fotografía de prensa, sino que pone el acento y permite conocer la historia personal de aquellos fotógrafos que fueron pioneros y maestros dentro del oficio. “Fotógrafos y fotógrafas que pusieron el cuerpo y nos enseñaron qué es y qué rol cumple la fotografía de prensa. Para ser reportero gráfico hay que conocer cada hecho que se va a cubrir. Y además, hay que poner el cuerpo”, señala Irma. “Algo que no siempre resulta gratis”, aclara. “Los maestros de la fotografía fueron haciéndose camino, peleándose con los más poderosos, con los que siempre mandan”, remarcó. “Porque las fotografías de prensa por lo general nos interpelan, nos incomodan. Nos desnudan y retratan como sociedad”, dijo. “¿Qué queda entonces en la memoria colectiva? Quedan esas pocas fotos que marcaron un momento particular en la historia”.
Tiranía o democracia en tiempos de redes
Otra de las inquietudes que surgieron en el dialogo con Cora, fue si las redes sociales democratizaron el papel de denuncia o resulta hoy más compleja la tarea de fotoperiodismo, tal como se concebía en los años ´60 y ´70.
“Yo no diría que las redes sociales democratizaron el rol de denuncia de las fotos”, apunta Gamarnik. “Lo que sí se democratizó fue el acceso a las cámaras, porque ahora es muy común que las personas tengan una cámara de foto en sus celulares. Antes era carísimo tener una máquina de fotos y muy pocas personas tenían acceso a ellas. También se democratizó el acceso a la información, al conocimiento. Actualmente es más fácil poder aprender, hacer cursos. Transformarse en fotoperiodistas. También se democratizó la posibilidad de publicación de imágenes. Aunque sea en los muros personales de las redes sociales, los y las fotógrafas pueden publicar sus trabajos. Antes se dependía únicamente de los medios que quisieran publicarlas. Todo esto ayuda a que podamos hablar de una democratización. En la década del ´60 y ´70 no pasaba nada de esto. Había medios alternativos, había ediciones propias, pero era mucho más difícil que el trabajo de algún fotógrafo o fotógrafa -había muy poquitas también en esa época- pudiese darse a conocer por fuera de los medios para los que se trabajaba”.
– ¿Qué debemos conservar de aquel fotoperiodismo, de la década de 1965 y 1975?
– Lo que debemos conservar son las fotos, los archivos. Trabajar y valorar mucho más el patrimonio visual que tenemos. Aprender cómo debemos ordenarlo, catalogarlo, ponerlo a resguardo y a disposición pública. Eso es algo que se avanzó bastante, pero que todavía falta muchísimo. Existe un valiosísimo material que todavía está perdido, o que está disperso en los hogares de los familiares de los grandes fotógrafos o fotógrafas de este país y aún no hemos hallado. Ahora, en Córdoba, se está llevando a cabo un trabajo muy importante, para revalorizar el trabajo de Nilo Silbestroni. Uno de los más importantes fotoperiodistas de la década del 60´ y ´70, que estaba desperdigado en las casas de los familiares, en Europa y en Canadá. Hay un equipo en Córdoba que está tratando de recuperar todo ese archivo para conservarlo.
Lo otro que me parece importante de rescatar del fotoperiodismo de aquellos años es su forma de trabajar. Lo hacían con tiempo. A veces estaban hasta un mes para producir un reportaje fotográfico, una nota de tres o cuatro páginas. Eso les daba la posibilidad de conocer a fondo el tema. Trabajaban a la par del cronista. Y no, cada uno por su lado. Era un trabajo meditado, pensado. Recordemos las notas, por ejemplo de Rodolfo Walsh, para la editorial Abril, la revista Panorama. Eran notas profundas, ilustradas con fotografías casi antropológicas, etnográficas, en su relación con aquello que se estaba informando. Ahora, sucede un poco todo lo contrario. Se deben cubrir tres y cuatro acontecimientos en un sólo día, sin conocer mucho del tema que se está abordando. O sin tener el tiempo para hacerlo con profundidad. Esto sería muy necesario revisar. Volver a estudiar, retomar aquellas buenas prácticas del fotoperiodismo de los ´60y ´70. Otro aspecto importante es el gran compromiso que se asumía desde la profesión para lograr cambios revolucionarios en el país. Muchxs de las y los reporteros gráficos, claves en aquella época, se sumaban y tomaban la fotografía como un arma de lucha para la liberación. Como una herramienta que les permitía hacer un aporte para transformar la realidad. No querían mirar el mundo como espectadores, sino como protagonistas de los hechos que fotografiaban. Así pensaban a la fotografía. Y muchos ponían el cuerpo y hasta se jugaron la vida en las calles para registrar lo que sucedía. Creo que también sería bueno revisar, rescatar esas prácticas, esos sueños. Y valorar todo lo que se puede aprender de aquellos maestros.
Texto y fotos: Irina Morán
Área de Comunicación Museo de Antropologías de la UNC