Ludmila Catela Da Silva es antropóloga social, docente e investigadora del CONICET, en el Instituto de Antropología de Córdoba. Durante los años 2016-2017 se desempeñó como directora del Museo de Antropologías de la UNC, dejando una huella visible de la antropología social, con la muestra permanente «Negro sobre Blanco, 200 años de racismo». Pero fundamentalmente Ludmila es una persona sensible ante el dolor y comprometida frente a un mundo donde imperan las injusticias y desigualdades sociales. Una «activista de la memoria», dice ella misma en este diálogo a corazón abierto, donde el valor de la escucha y la palabra alcanzan múltiples sentidos, al límite de conmovernos y también emocionarnos.
Ludmila Catela Da Silva nació en la ciudad de Ceres, provincia de Santa Fe. Y en 1975, siendo apenas una niña de ocho años, sufrió la experiencia de ver cómo un camión del Ejército allanaba la casa de sus abuelxs y sus padres. «Estaba en la puerta cuando se los llevaron», relata al comienzo de esta entrevista, sin reprimir esa cruda emoción que aún empaña su mirada. «Y creo que eso me marcó para siempre», asegura. Tiene razón.
Sin embargo, esa dolorosa vivencia no logró apagar su sonrisa y a la vez la impulsó a ensanchar su diapasón sensitivo frente a la necesidad de comprender y especializarse en los complejos procesos de memoria. Dentro de su formación como antropóloga social, vivió nueve años en Brasil. Allí, tuvo la posibilidad de trabajar junto a Steven Spielberg tomando testimonios a sobrevivientes del Holocausto. «Cada vez que salía de esas entrevistas, pensaba: cómo se puede sobrevivir a semejante tragedia y todavía tener la entereza para contar y transmitir lo vivido», expresa de manera profunda, siendo consciente del valor reparador que posee la palabra.
A lo largo de esos años, Ludmila siempre valoró la fortaleza y obstinación con las que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo lucharon por recuperar la historia de sus hijxs y nietxs desaparecidxs. Una dimensión que le permitió comprender cómo estas mujeres de pañuelo blanco jamás pregonaron la venganza. «Siempre fue la búsqueda de la justicia», dice.
Dentro de ese camino poroso, Ludmila Catela Da Silva es autora del título “No habrá flores en la tumba del pasado”. Un libro que lleva cuatro ediciones y surge como resultado de su tesis doctoral en Brasil, donde recupera experiencias de familiares de desaparecidxs de la ciudad de La Plata, Buenos Aires. «Lo que significó una gran responsabilidad», cuenta. «Sobre todo en la tarea de cómo traducir esa palabra, esas experiencias límites. Todo ese dolor sin banalizarlo y respetando la intimidad de esas personas que durante años sufrieron» señala con absoluta consciencia. «Pensemos que durante la década del ´90, no había todavía juicios de lesa humanidad, sino más bien leyes de impunidad», recuerda.
Después de ese recorrido, no sorprende entonces que, al regresar al país, su nombre haya sido propuesto para dirigir el Archivo Provincial de la Memoria de Córdoba, (2006-2016). «Yo digo que mi pasaje por el Archivo Provincial de la Memoria me hizo mejor antropóloga», afirma. «Porque me permitió ver la densidad del propio concepto memoria que a veces lo consumimos como una herramienta teórica, pero que en realidad es también una herramienta nativa», explica.
Tras los pasos de esa década, donde el país alcanzó avances significativos en materia de justicia y derechos humanos, durante los años 2016 y 2017, Ludmila pasó a dirigir Museo de Antropologías de Córdoba. En este diálogo, repasa lo importante que fue haber instalado dentro del Museo la muestra permanente “Negro sobre Blanco, 200 años de racismo”. Porque «Argentina no es blanca», asegura. «Argentina tiene muchas tonalidades. Y esos ojos negros que miran, desde esas grandes fotos, nos interpelan también a pensar sobre el racismo que nos atraviesa como sociedad».
Más cerca del final, Ludmila Catela Da Silva se permite profundizar sobre la delicada trama que significa trabajar con la escritura. «A mí realmente la escritura es algo que me preocupa. En tanto y en cuanto no escribo sólo para el mundo académico. Escribo para todos aquellos que puedan querer leer. Pero sobre todo, escribo para todos aquellos que me dieron su entrevista, su palabra, su tiempo. Me contaron sus sufrimientos, sus dolores, sus amores, sus pasiones. Y no es fácil, pero es un desafío maravilloso. Amo mi disciplina” confiesa con generosidad y se ilumina con una sonrisa.
Ver entrevsita completa aquí.
Texto: Irina Morán.
Fotos: Natalia Roca.
Producción del ciclo de entrevistas “80+10 Antropologías en Córdoba”
Área de Comunicación – Museo de Antropologías.