Pieza del mes de agosto: Caja Coplera

La pieza elegida para el mes de agosto es la “Caja Coplera”, un instrumento musical de percusión, propio del Noroeste de Argentina, que tiene muchas variantes. Usualmente consta de un aro de madera y dos parches de tejido animal tensado, por lo general, cuero de cabra, oveja o vaca. Quien coplea y su caja hacen un verdadero dúo de voces, cada uno con su tono y su carácter. La Caja Coplera se exhibe en la Sala Rituales Andinos, en el primer piso del Museo.

Esta cajita que toco

tiene boca y sabe hablar

Solo le faltan los ojos

para ayudarme a llorar

En agosto las bocas se abren: la de la tierra, Pacha o Pachamama, para ser alimentada y la de las personas, para cantar coplas con caja. Pero no solo los humanos y la tierra tienen boca, las cajas también, para cantar y beber junto a quienes las hacen sonar.

La caja es un instrumento musical de percusión, propio del Noroeste de Argentina y tiene muchas variantes. Usualmente consta de un aro de madera y dos parches de tejido animal tensado, por lo general, cuero de cabra, oveja o vaca. También puede ocurrir que el cuero percutor sea de cabra u oveja y el resonador, de panza de vaca o de pellejo del estómago de la vaca. Tiene también la chirlera, hecha de cerdas, que cruza detrás del parche resonador (raramente puede ocurrir que haya chirleras detrás de ambos parches) y puede fijar en el centro una espina de cactus o astilla de madera que otorga a la caja su sonoridad característica, una vibración especial. Posee también una manija de cuero para sostenerla con una mano y con la otra golpear uno de los parches con un palito, hay también quienes sostienen la caja y el palito con la misma mano y así tocan. Ese palito recibe en algunos lugares el nombre de bajtana y es un palo de madera con un extremo forrado con lana de llamo u oveja, cubierto con un pedacito de tejido. Actualmente muchas de estas partes de la caja pueden ser de material sintético.

En lo que respecta a la caja en los valles tucumanos, Leda Valladares nos dice: “[…] mientras se la construye se la mantiene oculta, en secreta relación con su misterio. La caja tiene madrina y padrino. Cuando se la estrena, el primero en hacerla sonar es el artesano que la construyó; moja sus parches con bebida alcohólica y bebe para celebrarla. Debe hacerla sonar en la oscuridad. Al agregarle la chirlera se convierte en caja zumbadora y queda en condiciones de vibrar con toda su magia. Entonces se la ubica en el horcón del rancho. Para el cantor vallisto, la vibración de la caja es el latido de la montaña. En algunas zonas, antes de estrenarla, se deja la caja durante la noche en cierta cueva de la montaña (salamanca), donde se cargará de fuerzas musicales y se impregnará del diablo o duende de la fiesta del carnaval. Con esta maceración nocturna en la montaña la caja recibe su bautismo” (Valladares, 2000: 31 en Arosteguy 2022). En los cerros jujeños, las coplas de agosto para acompañar el ritual de alimentar a la tierra son distintas a las de carnaval, unas son del tiempo de lluvias, las otras del tiempo de la seca, por eso saben decir que no puede andar uno cantando cualquier cosa en cualquier momento, porque si no haría voltiar al tiempo.

Cuenta don Rafael Arias (un constructor de cajas oriundo de la localidad jujeña oriental de Santa Bárbara) que para obtener una buena caja se debe sacar un listón de madera de un árbol maduro, del lado que mira al sol y en noches de luna llena. Sólo así se obtiene una madera “casi eterna”. Además, en su relato pone especial énfasis en remarcar que los retobos o parches de cuero de ambos lados de la caja deben corresponder a animales de sexo opuesto; es decir que, si el retobo posterior es de animal hembra, el otro debe ser de animal macho o viceversa. De la misma manera, las crines de la chirlera deben provenir de animal macho o hembra, de acuerdo con el sexo del retobo posterior. Sólo siguiendo estas reglas se logra una caja sayadora, que suena como sayal (conjunto de guijarros producto del desprendimiento del cerro que al ir cayendo hacen un sonido característico) y a la que no le hace falta ser “templada” en los chorros de agua por la sirena o en las salamancas (Moreau, 2006: 48-49 en Mirande 2018).

Quien coplea y su caja hacen un verdadero dúo de voces, cada uno con su tono y su carácter, la personalidad de la caja -dada a partir de todas las variantes de elementos que la componen y de los rituales que acompañan su confección- afecta también a quienes escuchan. Incluso cantor y caja se vuelven uno a medida que las coplas avanzan y sus bocas se acompañan, lamentándose a veces quien entona la copla de que su caja no tenga ojitos para ayudarle a llorar.

En este próximo agosto entonces, se abrirán al menos tres bocas: la de la Pacha, la de quienes coplean y la de las cajas, dando lugar a flujos de alimentos, bebidas, cantos y humitos de plantas sahumadoras. Habrá que ofrendar y pasar agosto, pues, esperando la llegada del carnaval, para que las bocas de las cajas vuelvan a coplear…

Texto: Verónica Lema –  IDACOR

Fotografía: Paloma Laguens – IDACOR – Reserva Patrimonial

Diseño: Florencia Bacchini – Área Comunicación

Producción General: Soledad Ochoa – Reserva Patrimonial – Eliana Piemonte – Área Comunicación

Bibliografía:

*Arosteguy, A. 2022 La vidala del noroeste argentino: un compendio de silencios, coplas y energías cósmicas. Geousp, v. 26, n. 3, e-198497

*Mirande, M. A.  2018 La caja argentina: mensajes cifrados en coplas populares y otros textos Revista de Literaturas Populares xvIii-2: 393- 415

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