Ubicado en el noroeste de Córdoba, el Departamento de Cruz del Eje es un lugar estratégico, con graves problemas hídricos. A su vez, cuenta con el dique Arturo Illia, considerado como una de las obras de ingeniería más importantes de Latinoamérica. Sin embargo, en las afueras del ejido de esta ciudad, y a menos de 50 km del Dique, existen áreas denominadas como: “Fuera de Zona”. Se trata de pequeñas comunas que quedaron marginadas de la distribución y el acceso al agua, donde viven alrededor de unas 200 familias, en su mayoría campesinas o pequeñas productoras. Esta gran paradoja, que implica un serio problema en relación al acceso del agua como recurso vital, es uno de los temas centrales que aborda la Licenciada en Historia, egresada de la FFyH, Karina Fleitas, en su tesis doctoral en Antropología Económica de la UBA: “Agua y Territorio en Cruz del Eje. Impacto socio-económico territorial y reproducción social en la zona de riego del Dique Cruz del Eje, Córdoba”.
Cruz del Eje tiene una superficie de 6550 km y abarca el 3,8% del territorio total de la provincia de Córdoba. Un dato que lo ubica en uno de los Departamentos más extensos, situándose en un punto estratégico de conexión interdepartamental e interprovincial. A su vez, esta región situada al noroeste de Córdoba, sigue siendo un lugar en el que confluyen no sólo problemáticas relacionadas al manejo de los recursos naturales, sino que históricamente ha significado un lugar articulador entre las economías locales.
A comienzos del siglo XX, en Cruz del Eje se proyectaron programas estatales para dinamizar la economía regional. En este sentido, la profundización del modelo agroexportador a nivel nacional tuvo en esta zona grandes impactos. En ese contexto, se realizaron estudios para la construcción de caminos y futuros embalses que potenciarían el manejo de sus recursos hídricos y la promoción de la energía eléctrica. A su vez, se pusieron en marcha programas que impulsaron la educación técnica y agrícola, la producción cooperativista, así como la comercialización y el consumo de productos agrícolas.
Uno de los proyectos trascendentales fue ampliar las vías ferroviarias hacia el norte de Córdoba, con la construcción de nuevas líneas y la instalación de los talleres del Ferrocarril Belgrano. Obras que tuvieron un impacto económico y social positivo en toda la región, logrando revitalizar, no sólo las economías interregionales, sino también dinamizar la mano de obra permanente y especializada.
Así, el Departamento de Cruz del Eje se desarrolló bajo un programa de obras estatales, que implicó el funcionamiento del ferrocarril, la construcción del Dique Arturo Illia, con políticas orientadas a la promoción de la pequeña agroindustria y el mercado interno. Se mejoró entonces la calidad de servicios básicos para la población, como la educación, la salud, el acceso al agua potable y la energía hidroeléctrica. Vectores nodales para el desarrollo regional de esta zona.
Sin embargo durante la década de 1990, esta curva de ascenso comenzó a declinar y encontró sus límites a través de la implementación de políticas de ajuste y privatización. El cierre de los talleres ferroviarios, el desmantelamiento del ferrocarril y el escaso mantenimiento de las obras de infraestructura hídricas provocaron, en su conjunto, reconocer y ubicar a Cruz del Eje como uno de los lugares de mayor resistencia y deterioro social de toda la provincia de Córdoba.
El Dique: “Dar agua al norte”
Durante la década de 1940, el entonces gobernador de Córdoba, Dr. Amadeo Sabatini impulsó un programa estatal denominado “Dar agua al norte”, basado en la Ley N° 3732, que luego, en 1944, dio paso a la construcción del dique Cruz del Eje “Arturo Illia”. Una megaobra de ingeniería, concebida dentro en un plan desarrollista, encabezado bajo el lema: “Agua para el norte, caminos para el sur y escuelas para toda la provincia”. Su plan de gobierno estuvo inserto dentro de una economía nacional basada en el agro, pero que durante su gestión se propuso una modernización mediante un plan de inversiones en la obra pública.
Con más de 300 días de sol al año, clima seco y cielo despejado, a la Ciudad de Cruz del Eje se la conoce también como la “Cuenca del Sol”. Siendo la insuficiencia de lluvias –entre 300 y 600 milímetros anuales–, una de características ambientales más predominantes sumada a la elevada evapotranspiración. Razón que motivó la construcción de grandes obras de embalse para intentar revertir el balance hídrico negativo.
Así, desde una visión estratégica y desarrollista, esta megaobra se construyó con el objetivo de aumentar zonas de regadío, elevar la calidad de vida de la población y brindar el abastecimiento de agua no sólo a Cruz del Eje, sino también a localidades cercanas como Capilla del Monte y La Cumbre. El dique de Cruz del Eje se remodeló en 1980 y se convirtió así en uno de los diques con reserva de agua más grande de América Latina, cuya extensión abarca unos 3,2 kilómetros.
Esta importante obra, comienza sobre el cauce del río Cruz del Eje y termina en las Salinas Grandes. Es abastecido por los ríos San Marcos, Cruz del Eje, Candelaria y Quilpo, con una extensión de 3 km de largo, y una capacidad de embalse de 125.000.000 m3 en 1327 hectáreas de riego, a 2000 hectáreas, para orientarlo a la industrialización y al desarrollo de la región por las mismas características de relieve e hidrográficas.
Como toda megaobra de infraestructura, el dique Cruz del Eje modificó las condiciones naturales de la región y los asentamientos humanos. Durante su construcción, una parte de la población asentada históricamente en la zona, tuvo que ser relocalizada y, si bien la búsqueda era optimizar otras producciones, la proyección inicial del dique en su sistema de riego era sobre unas 22000 hectáreas. Aunque se estima que las usadas en la actualidad rondan aproximadamente entre 6500 y 8000 hectáreas.
Acceso al agua, como derecho humano
Y si bien en su momento la construcción de esta megaobra significó un cambio profundo en la vida y el desarrollo del noroeste de Córdoba, al no contemplarse una sólida planificación lo largo del tiempo, que tenga en cuenta las características hidrográficas del relieve, que resguarde el medioambiente y contemple políticas públicas sustentables e inclusivas, es probable que estas obras de infraestructura hayan generado un impacto desigual y diferenciado en su propia población territorial.
Esto es lo que sucedió con la construcción del Dique de Cruz del Eje. Si bien su objetivo inicial fue reactivar las economías regionales, promover la generación de energía eléctrica, atenuar las posibles crecidas de los ríos, sumado al abastecimiento y la canalización del agua hacia los sistemas productivos de la región; en la actualidad existen comunas ubicadas a menos de 50 km del dique, que han quedado marginadas del acceso al recurso hídrico como derecho humano vital.
Esta asimetría en el acceso al agua, la sufren principalmente las familias ubicadas en las áreas denominadas como “Fuera de Zona”. Se trata de un concepto vago, ya que en la administración pública –Dirección de Recursos Hídricos–, la reconocen de esta manera, aunque no estén definidas así por escrito o en forma burocrática.
Dentro de estas comunas, las familias no sólo han quedado afectadas por el precario abastecimiento de agua potable y el casi nulo abastecimiento en los sistemas de riego destinados a las actividades agrícolas campesinas, sino que la situación se agrava ante la problemática de la rápida evapotranspiración de las aguas y las sequías típicas que caracterizan a la llamada Cuenca del Sol.
Estas áreas se encuentran ubicadas sobre el margen izquierdo del Río de Cruz del Eje. Allí se identifican dos áreas habitadas por pequeñas comunas y parajes:
- A) Área Fuera de Zona de riego: comuna Guanaco Muerto y los parajes Santo Domingo, San Antonio, El Abra, Las Tapias y Altos de los Quebrachos.
- B) Área Dentro de Zona de riego: comuna Media Naranja y paraje Puesto El Gallo.
La investigación antropológica “Agua y Territorio en Cruz del Eje” analiza la situación crítica que sufren las comunas ubicadas dentro del Área llamada como Fuera de Zona, en relación a un marcado déficit en el acceso del recurso hídrico. Una problemática que afecta en forma directa a una población rural conformada por unas 200 familias. La actividad económica que predomina es la campesina de subsistencia, cuya producción central es la primaria de ganadería caprina, maíz, alfalfa, sandía, algodón y huertas de subsistencia.
Las familias ubicadas en el área “Fuera de Zona” se encuentran marginadas en un doble sentido: son las últimas en recibir agua; no suelen estar incluidas en los sistemas de gestión, administración y/o participación en el manejo del recurso expresados en el Comité de Cuenca y consorcios, que incluso en la actualidad prácticamente han desaparecido.
Dentro de los datos, las conceptualizaciones e historización del Departamento de Cruz del Eje que aporta el trabajo doctoral, se propone visibilizar la problemática en relación al acceso del agua, como derecho humano esencial, sobre una porción de la población de Cruz del Eje y sus sistemas productivos, ubicados a pocos kilómetros a esta megaobra hidráulica, como es el dique Arturo Illia.
Vivir fuera
En general, las familias ubicadas en las áreas de Fuera de Zona son familias campesinas y pequeñas productoras, (poseedores de unas 50 hasta 500 hectáreas de tierras, aproximadamente) que deben aguardar las acciones estatales o, en su defecto, abastecerse a través de los camiones de agua, debiendo abonar cánones para garantizar el consumo de agua básico.
}Una vecina del lugar, cuenta que en la comuna de Media Naranja, está ubicada la Planta potabilizadora que suministra agua, llegando hasta los límites de las familias que viven en Fuera de Zona. Esto significa que abarca hasta las comunas de Palo Parado y Puesto El Gallo, San Isidro.
Pero… ¿Qué sucede con las familias ubicadas en lo que se denomina Fuera de Zona de riego. Es decir, con las personas que viven en Guanaco Muerto y los parajes Santo Domingo, San Antonio, Las Tapias, El Abra y Altos de los Quebrachos?
Según comenta un vecino jubilado de Alto de Los Quebrachos, las familias radicadas en este lugar, “sólo tienen agua para el consumo interno y familiar”. El agua es cargada en la planta potabilizadora y trasladada por camiones hasta cada vivienda.
Es decir, las actividades de siembra o mantención de animales de granja dependen del caudal de agua que recaude el dique de Cruz del Eje y de allí, se utiliza lo poco que llega a través del sistema de canales de regadío que, en la actualidad, se encuentra casi obsoleto o muy deteriorado. “En épocas de sequía la situación no se aguanta” –afirma en hombre del lugar–. Por esta razón, la mayoría de los jóvenes se ven casi obligados a abandonar esta zona. “Se van hacia otras ciudades o provincias donde puedan tener algún tipo de oportunidades”.
Por otro lado, la administración del agua de Cruz de Eje, a cargo de la Secretaría de Recursos Hídricos de la provincia (ex DIPAS), debería cumplir lo establecido en la Ley N° 5589 del Código de Aguas, atento al Título II de principios de política hídrica, cuyos artículos 5,6,7 establecen que el Estado provincial debe garantizar el uso múltiple de las aguas, su regulación, conservación, la determinación de los costos y el establecimiento de políticas públicas de aprovechamiento de las aguas, en coordinación con otros organismos y sectores sociales, de manera tal que se logre atender la problemática general de escasez de agua, hacia toda la población y sus actividades.
En este punto, uno de los conflictos más significativos sigue siendo la lucha por el cupo de agua, orientada a los sembradíos de la zona; las tarifas y la relación entre Estado provincial, los consorcios y regante regulatorios.
Fin del pavimento
La ruta principal que llega a las comunas de Fuera de Zona tampoco está pavimentada. El polvo, las altas temperaturas y la falta de lluvias agrietan la tierra. Un paisaje caracterizado por la escasez hídrica y las sequías prolongadas. Muchas viviendas se encuentran totalmente abandonadas. Y la ausencia del Estado, como promotor de desarrollo con equidad social, es casi inexistente.
Una zona marginada, donde la accesibilidad y distribución de agua sigue siendo un problema nodal, aún sin resolver. Los impactos negativos se observan en el deterioro, mantención y cría de animales. En la producción de alimentos básicos, para el abastecimiento del mercado local y el autoconsumo doméstico. Se acota de manera significativa la productividad diversificada y el empobrecimiento en las condiciones de vida resulta notable.
Un cuadro agreste y desolador donde resulta difícil generar esperanza.
Texto: Lic. Karina Fleitas. Doctoranda en Antropología Económica UBA – Becaria CONICET -CIECS – UNC. Integrante del Programa: Estudios Históricos Antropológicos sobre Dinámicas Territoriales en Córdoba.
Lic. Irina Morán – Área de Comunicación Museo de Antropologías de la FFyH de la UNC.
Fotos: Irina Morán
Nota publicada de manera original en Revista Alfilo