En el marco del Día internacional de la alfabetización, la Pieza elegida para el mes de septiembre es un conjunto de tres documentos de los años 1911 y 1919, que forman parte del archivo histórico de la escuela de Carahuasi, un paraje de la Puna en la provincia argentina de Jujuy. Los documentos muestran cómo la alfabetización fue una herramienta central de los procesos de nacionalización de las poblaciones indígenas.
En 1884, la ley Nº 1420 estableció el derecho y la obligatoriedad de la educación primaria común, gratuita y laica para todas las niñas y niños de entre 6 y 14 años. Unos años después, en 1905, la llamada “ley Láinez” extendió los alcances de aquella ley a las provincias: todas las niñas y los niños se escolarizarían en igualdad de condiciones y aprenderían los mismos contenidos.
La alfabetización, instrumentada a través de la expansión del sistema educativo a todo el territorio nacional, fue una herramienta clave de la consolidación del Estado argentino desde fines del siglo XIX. Enseñando a leer y a escribir en castellano, la escuela volvería ciudadanos y trabajadores a la diversidad de pueblos y grupos que habitaban y llegaban al país.
Alfabetizar y nacionalizar
Según el primer censo nacional de 1869, el 70% de la población mayor a 14 años, era, en promedio, analfabeta. En Jujuy, ese porcentaje trepaba al 91,2%. Para 1960, el promedio general había bajado al 8,6%, aunque en Jujuy se mantenía en el 24,2% (33,3% para mujeres).
En Carahuasi, como en el resto de las escuelas que a principios del siglo XX se multiplicaron en todos los rincones del país, la alfabetización junto a la participación obligatoria en actos escolares y la instrucción en historia nacional, geografía, higiene y moral, buscaba despertar sentimientos y valores que generasen un sentido de pertenencia a la comunidad nacional.
Uno de los documentos que es Pieza del Mes, una circular del Consejo Nacional de Educación de Jujuy, muestra que el sistema educativo interpelaba no sólo a los niños, sino a las familias en conjunto: había que infiltrar en todos el sentimiento nacional. Las instrucciones eran claras, y así también lo dejan asentado los inspectores que periódicamente llegaban a Carahuasi a evaluar el desempeño de la escuela. En otro de los documentos, que es un libro que se titula “Libro de Visitas 1908-1974”, el inspector Juan Cáceres expresa el 14 de junio de 1911: “En caligrafía (…) los niños deben copiar frases patrióticas”. Ésta es sólo una indicación de las muchas que a lo largo de casi setenta años, los inspectores que regularmente visitaban la escuela, escribían en relación a lo que los escolares debían realizar en su camino a convertirse en ciudadanos argentinos. Pizarrones, bancos, carpetas, compases, asta para bandera, sillas, campana de bronce: nuestro tercer documento muestra el inventario de la materialidad con la que se ejecutan los propósitos educativos. Su riguroso registro anual muestra la importancia de que nada falte en aquel camino.
Alfabetizarse es mucho más que aprender a leer y a escribir. Siendo uno de los procesos más complejos que organiza la experiencia humana, es aprender a estar siendo en un mundo, con profundos impactos personales y sociales.
En Carahuasi se hablaba quichua, y a diferencia del castellano que se impartía en el aula, la lengua indígena fue prohibida, y los niños eran castigados si se los descubría incurriendo en su habla.
Alfabetización y extinción lingüística
La alfabetización en idiomas nacionales, en un sinnúmero de ocasiones implicó la extinción lingüística de otras lenguas. Según datos de la UNESCO, cada año se extinguen 26 lenguas, a razón de una cada dos semanas. De las 7000 lenguas que se hablan actualmente en el mundo, unas 6700 son indígenas, y son, ya por razones ajenas a la imposición de lenguas oficiales, las que mayor peligro corren.
En Argentina, a pesar del profundo impacto de la alfabetización en castellano, se hablan otras quince lenguas con distinto grado de vitalidad: runasimi (quechua) mapudungun (mapuche), guaraní, qom l’aqtaqa, wichí, aymara, mocoví, pilagá, chané, chorote iyojwa’ja, tapiete, chulupí, gününa kuna, tehuelche, chaná y vilela. Y muchos antropólogos y antropólogas trabajamos con hablantes de estas lenguas, y producimos conocimiento sobre una diversidad de procesos actuales e históricos que las implican.
Por esto sabemos que junto al derecho a la educación y la alfabetización, deben garantizarse los derechos lingüísticos de pueblos y naciones que no podrían, de otra forma, seguir existiendo. Porque cuando muere una lengua, muere un mundo.
Texto: Guillermina Espósito – antropóloga IDACOR
* Los documentos presentados integran el archivo histórico de la escuela de Carahuasi. Actualmente, el archivo se encuentra en préstamo en la Reserva Patrimonial del Museo de Antropología de la Universidad Nacional de Córdoba, con fines de investigación. El permiso de traslado fue realizado a partir de la Res. 340/2023 (Expediente Nº 1301- 565/2023) del Ministerio de Cultura y Turismo de la Provincia de Jujuy, a la Dra. Guillermina Espósito, en el marco del proyecto CIC CONICET “Discursos etnológicos, imaginarios ambientales y políticas indigenistas en la Cuenca de Pozuelos, Puna de Jujuy, siglos XIX-XX”.
Fotografía: Paloma Laguens – IDACOR – Reserva Patrimonial
Diseño: Florencia Bacchini – Área Comunicación
Producción General: Soledad Ochoa – Reserva Patrimonial – Eliana Piemonte – Área Comunicación
Asistencia de Producción: Camila Aimar –IDACOR – Reserva Patrimonial – Agustín Ramírez –Reserva Patrimonial – Iara Angaroni – Área Recepción