Esquirlas, memorias del atentado de Río Tercero

El 9 de noviembre de 2023 se proyectó en el Museo de Antropologías el documental Esquirlas. A 28 años del atentado y las explosiones en la fábrica militar de Río Tercero, el documental de Natalia Garayalde rescata su registro de ese hecho cuando ella tenía 12 años, y narra la historia del atentado desde una lectura de esos archivos 20 años después.

En 1995 estalló la Fábrica Militar de Río Tercero, Córdoba. Miles de proyectiles se dispararon contra el pueblo. Con 12 años, Natalia Garayalde registró la destrucción. Veinte años después se encontró con esos archivos y elaboró el documental Esquirlas.

La actividad de Cine+Debate realizada en el Museo de Antropologías se tituló  “Memorias del atentado de Río Tercero, Córdoba” y comenzó con la proyección del documental, a lo que siguió el comentario de la antropóloga Ludmila Catela Da Silva, acompañada por Martina Lambertucci.

A continuación se comparte lo expresado por Catela Da Silva en esa oportunidad:

“Cuando lo terminé de mirar el documental hubiese querido darle un abrazo a Natalia porque es de una enorme ternura la manera en la que creo que ella logró construir la idea de las esquirlas, que no tienen que ver solo con la literalidad de lo que pasó sino con la extensión de esas esquirlas: la hermana muerta de cáncer, el padre, bueno, en fin. Yo soy muy llorona. Creo que también tiene que ver con el momento que estamos viviendo y pensar que a veces un voto parece que no es nada y es todo.

Pensemos en ese presidente, Menem, y en la impunidad que ocupó en ese momento que se murió además sin pagar por esta y muchas otras tragedias. Y como dije el año pasado, no es ni un accidente ni una tragedia, es un crimen de lesa humanidad, y debería ser considerado como tal porque lo gestó el Estado para ocultar la venta ilegal de armas. Y hay más de diez mil pedidos de indemnización que nunca fueron considerados en relación a este atentado. Y tal vez una cosa buena que sucedió este año, es que una de las medidas reparatorias es la creación de la Universidad en Río Tercero, y creo que eso es bueno, no sé, quizás ella pueda hablar un poco más al respecto. Pero creo que la creación de una Universidad es algo muy importante como medida reparatoria.

En relación al video y a lo que a mí me generó, por un lado, el poder de la imagen como ruptura de lo que se quiso silenciar. Muchas veces discutimos si la imagen es la verdad o no, y últimamente vengo discutiendo con un montón de cosas establecidas en el mundo académico. Creo que las imágenes, sobre todas estas imágenes del momento son poderosas evidencias.

Durante mucho tiempo, los estudios de memoria dijimos ‘bueno, no hay que reproducir el horror’ y este contexto creo que nos hace ver, frente a tanto revisionismo y hasta miradas negacionistas, nos hace ver que a veces mostrar el horror es necesario. Es necesario para romper con la impunidad porque si no tuviésemos estas imágenes, esta idea del accidente hubiese quedado como tal frente a políticos y frente a una justicia que también reprodujo la impunidad durante mucho tiempo. Y ahí es interesante también pensar en el poder de la imagen, la mirada de esos hombres de gris y grises, como el presidente, el gobernador y también el juez, con esa ropa y ese habitus imponiéndose frente a una comunidad que sufría y sigue sufriendo. Entonces creo que, en ese sentido, estas imágenes son muy poderosas y son también muy poderosas no todas ellas, pero la mayoría son imágenes de la mirada de una niña, que tenía 10 años en ese momento.

Y ahí pensé en otro tema que tiene que ver con el archivo. Estas imágenes que ella sacó de su cotidiano, de la vida de la mamá, del papá, de la casa, la pileta, la ventana, el techo, como después se transforma en un archivo muy poderoso, que muchos años después tienen otro sentido, porque lo que muestran es la ruptura frente a la situación limite de este atentado. Como rompe con el cotidiano, con el espacio, con la materialidad de la casa, con los peces que hay sacarlos en un tupper y llevárselos a otro lugar.

El documental tiene una capacidad y tiene una edición increíble. Una maestría para comunicar por medio de eso. Entonces este archivo que son simplemente fragmentos que unen experiencias de vida cotidianas de hermana, la madre, el padre, que nos trasmiten un montón de sensaciones que todos vivimos porque todos tenemos una casa, tuvimos una infancia, vimos a una madre sentada leyendo o un padre reclamando por alguna cosa. Entonces, cuanto tiempo ella las guardó y cómo tienen otro sentido hoy. Que es lo mismo que cuando vemos un archivo de la represión. Una fotografía del registro extremista tuvo un origen represivo o simplemente archivístico por parte de la policía, y 40 años después tienen otro sentido. Entonces la resignificación de los archivos, que pueden ir del fragmento de la vida cotidiana a una prueba contundente de esa situación limite, de ese 3 de noviembre de 1995, que hacen que hoy también las podemos estar viendo aquí y pensando.

Y mientras miraba la imagen que no me sucedió cuando la miré en mi casa, esas ciudades destruidas, esas personas corriendo, me llevaron a pensar en lo que hoy sucede entre Hamas y la Franja de Gaza, porque estas imágenes no son habituales a nuestra vida, pero si son a otras vidas. Entonces también esa posibilidad de la imagen que es la no-literalidad. Si bien son muy literales, también nos hacen ver a través de ellas otras realidades.

Y el último punto en el que pensé mucho, es en la relación entre niñez y memoria. Yo discuto mucho la idea de Marianne Hirsch de posmemoria, que ella dice que existe la posmemoria. Para mí no existe la posmemoria, para mi hay memoria que se construyen en diferentes momentos. Inclusive nuestras memorias infantiles no son las mismas activadas 20 años después. Natalia activó estas memorias que tienen una literalidad porque ella las filmó en un determinado momento, pero las recortó y las rearmó para dar cuenta de algo que es esta noción de esquirlas, en su literalidad, pero también en su mensaje más ejemplar. Y entonces ahí también repensando en estos linajes teóricos que se establecen en los temas que nosotros estudiamos y los repetimos, y los repetimos, la noción de trasmisión siempre viene de arriba hacia abajo, y de una generación más vieja a una generación más joven. Y acá es al revés, es una niña que registró, que archivó, y es la que nos está trasmitiendo esas memorias. Inclusive en el gesto de un adulto de darle todos sus videos hay también la confianza en esta emprendedora de memoria que es una niña, que hoy ya es una adulta, pero que trasmite desde ese lugar, desde el lugar a la inversa de la que siempre estamos pensando la trasmisión en los estudios de memoria. 

Y obviamente a mí también me conmovió mucho el video pensando también en mi lugar de niña durante la dictadura, y en qué cosas yo nunca pienso en realidad pero que, de nuevo, en este contexto de negacionismo… El otro día por primera vez a amigos de mis hijos les conté lo que yo viví durante la dictadura, y fue muy loco para mí, a mí me llevó a un lugar muy diferente en el que siempre estuve. Pero evidentemente sentí la necesidad de ese diálogo. 

Por otro lado, pienso también que el documental tiene algo muy hermoso que es la no victimización. Ella habla desde una niña cuando hace el reportaje a la directora, o cuando se hace la periodista. Cuando pone la cámara al revés, primero con el hermano escalando pero después también para dar cuenta que ese mundo se invirtió, cambió. Y que en el documental eso da una cierta frescura, da como una ternura. La capacidad de los niños también de reconfigurar ese espacio destruido con el juego. Cosas que no pensamos normalmente pero que frente a la situación límite notamos como la niñez tiene una particularidad de conexión con la vida que después perdemos de alguna manera. 

Entonces, pienso en el tremendo ejercicio de memoria que hizo Natalia, revisitando esas imágenes que son suyas, son familiares, son del pueblo. En también la superposición de memorias en homenaje a su hermana, a su padre. Y en algo que tiene mucha potencia que es la solidaridad, la empatía, el afecto que nos posibilita a quienes vemos este documental volver sobre nuestras propias miradas. 

Pienso, una niña que construye una mirada para que todos podamos sencillamente sentir el peso de esas esquirlas aunque no hayamos estado ahí. Una niña que deposita o que trasmite otras memorias que le fueron legadas, como las de esta persona a la que acusaron y murió sin ver un juicio justo. Una niña que pudo construir una mirada no victimizante, si no muy reflexiva sobre ese pasado y ese presente. 

Y también la cuestión de la importancia de la materialidad y la memoria. En las pequeñas cosas: el agujero del techo de la casa, el ex agujero del techo de la casa, esos indicios y esas micro miradas que permiten anclarse a algo conocido también, a esa materialidad del hogar, de la casa, de los pequeños elementos que hacen que nosotros vayamos a recordar mucho más, muchas de las cosas que ella intentó trasmitirnos, porque esas materialidades todos los conocemos. Pensé mientras lo estaba mirando en  El botón de nácar, de Guzmán, ese fabuloso documental chileno, porque son esos pequeños elementos que después nos retrotaen a pensar en esto, en este gran delito de lesa humanidad, y como a partir de lo micro y de esa experiencia familiar, podemos pensar en que esta memoria no debe olvidarse, y aunque hoy seamos pocos acá, creo que todos tenemos la responsabilidad de trasmitirla una y otra vez aunque sea pasando este documental en muchos lugares”. 

Área de Comunicación del Museo de Antropologías

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