El 13 de abril de 2023, en el Museo de Antropologías de la UNC se presentó el libro: «¿Qué hacemos con las cosas del pasado? Materialidades, memorias y lugares», escrito por Elizabeth Jelin, Ludmila Da Silva Catela, Graciela Tedesco y Agustina Triquell. Además de las autoras, participó Marcela Alarcón, de la Mesa Afro Córdoba, junto a la Comisión Personas Mayores y Museos, quienes protagonizaron una divertida intervención teatral, bajo la coordinación de Gabriela Pedernera y Gisela Vargas, del Área Educación del Museo de Antropologías.
El libro cuenta historias de lugares y memorias a través de las cosas. Objetos que han quedado atados a experiencias territorialmente situadas en las trayectorias de pioneros, en las fábricas y empresas que modularon formas de vivir en pueblos y barrios, en vecinos y vecinas que desaparecieron y en museos locales llenos de sentidos y sentires. «¿Qué hacemos con las cosas del pasado? Materialidades memorias y lugares», publicado por el sello universitario EDUVIM, indaga en imágenes materialmente palpables, pero también en sus representaciones que, como índices, evocan pasados y presentes dónde los recuerdos hacen cosas y las cosas producen lazos de memorias. Un libro que abre preguntas sobre la materialidad de la memoria como una superficie de inscripción con capas a desentrañar, comprender, interpretar.
Para su puesta en marcha, las autoras relataron que el libro pudo concretarse mediante la obtención de un financiamiento del CONICET, con un Proyecto de Investigación Plurianual-PIP, bajo el nombre: “Espacio y tiempo en la conformación de memorias: Familia y comunidad en el cruce de historias económicas, culturales y políticas”. Al comienzo, el proyecto había sido pensado para ser desarrollado entre los años 2014 y 2017, pero finalmente pudo concretarse en tiempos de pandemia, con las dificultades propias que ese tiempo de aislamiento supuso.
En ese marco, Graciela Tedesco contó cómo fue su experiencia en relación al trabajo etnográfico que realizó dentro de la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba. La autora destacó cómo a través de la producción del libro, logró generar un camino y una relación diferente con la gente. Ludmila Da Silva Catela narró lo significativo que fue trabajar en el pueblo de Tumbaya, al norte de Jujuy, Argentina. Un pueblo que tenía una huella muy visible con las memorias de personas desaparecidas durante la última dictadura cívico-militar. “Existían monumentos, placas con sus nombres. Museos con fotografías y objetos que los recordaban”, relató.
De esta manera, los textos del libro funcionan como hilos conductores, o telón de fondo, donde se propone observar procesos sociales de transformación espacial y material de localidades. Así aparecen territorios como el Pueblo Liebig, Tumbaya, El dorado, la ruta del Tanino, Barrio Pueblo Estación Flores; e instituciones locales, como museos o centros de interpretación, que a partir de la eficacia de los objetos materiales resultan poderosos vehículos de memoria. Espacios de interacción humana y símbolos a ser leídos.
En este sentido, Agustina Triquel hizo referencia a la materialidad de los objetos. Todo lo que cada objeto evoca. Sus usos, sus coreografías y hasta la forma de vincularnos a través de ellos. En este punto, la autora narró que los temas giraron en torno a las nociones de nostalgia y materialidad, fotografía y memoria, patrimonio y espacio, atravesados por los conceptos de estratigrafía, superficie, territorio, arqueología, paisaje, como procesos de clasificación del mundo. En este marco, las autoras contaron todo lo que condensa y a la vez abre la inquietud «¿Qué hacemos con las cosas del pasado?». Una pregunta, que no sólo le da título al libro, sino que también resonó como disparador común en todo el grupo de autoras.
Bajo ese interrogante, cada texto del libro plantea una memoria singular, una incomodidad. Le da lugar a la sorpresa, a la calidez. Se abre al gesto de dar, de recibir y retribuir. En este sentido, Ludmila Da Silva Catela añadió que el libro rescata el “trabajo de tejer con la palabra memorias en plural”. Porque “las memorias deben ser escuchadas”, afirmó.
Sobre el final Elizabeth Jelin remarcó que se trata de un libro colectivo. “Donde cada trabajo trasmite una gran sororidad”. Una hermandad entre las mujeres que escribieron y aquellas personas que viven en los diferentes lugares a los que refiere el libro. La propuesta entonces es poder hacer “una lectura compartida y comprometida”, dijo. “Para achicar las distancias, con y entre los distintos grupos humanos”.
Muñecas Abayomi
Otro de los momentos significativos de la tarde, fue la intervención de Marcela Alarcón, de la Mesa Afro Córdoba. Al tomar la palabra, hizo referencia a las muñecas Abayomi: símbolo de fortaleza, amor y lucha de madres africanas. Se trata de muñecas de telas que se construyen con las manos, a través de seis nudos. “Muñecas para activar la memoria”, dijo. Símbolo para hablar de esclavitud, racismo, sometimiento y de los distintos tipos de violencias y segregaciones que han sufrido las mujeres y familias africanas a lo largo de los tiempos. “Una muñeca Abayomi reconstruye las memorias para aprender sobre nuestro pasado”, dijo Alarcón.
Particularmente, el origen de las Abayomi se remonta a momentos desgarradores de la trata esclavista, cuando muchas familias africanas eran divididas y dispersadas en distintas regiones de América Latina, dentro del proceso que hoy se conoce como la “Diáspora”. Marcela Alarcón contó que estas muñecas son un símbolo que surge cuando las madres africanas eran captadas por los esclavistas y sus hijxs sufrían y se desesperaban en esos momentos de tanto atropello y confusión. Para el calmar el llanto y dolor de cada pequeñx, las madres se arrancaban algunas telas de sus vestiduras y elaboran una muñeca de trapo y se las entregaban.
Por ello, cada Abayomi representa un gesto de amor, fortaleza y protección, intentando llevar un poco de tranquilizad a los suyos, en momentos de tanto sufrimiento y desesperación. “Para que cada niñx no sintiera soledad y en el caso de ser separadxs, que esa muñeca de trapo, en algún momento, vuelva a unirlxs”, relató. Con el paso del tiempo, las muñecas Abayomi han logrado constituirse en un símbolo de amor, valentía y fortaleza de las mujeres africanas, que a pesar de ser expuestas a tratos inhumanos, hicieron todo por sus hijxs.
Al finalizar la intervención, Marcela Alarcón mostró y explicó que estas muñecas se arman mediante la confección de seis nudos, que van delimitando cada parte del cuerpo. Cada muñeca se elabora con tela negra y después se la puede vestir con telas de colores, explico. “Abayomi” es una palabra africana que significa “encuentro precioso”. En un clima de emoción y también de respeto, Marcela Alarcón hizo entrega de una muñeca “Abayomi” a cada una de las autoras del libro, como gesto de hermandad y también de memoria.
«Casa viviente»
El cierre de la actividad estuvo protagonizada por la Comisión Personas Mayores y Museos, quienes interpretaron una alegre intervención teatral. A partir de objetos personales que iban sacando de la «Casa viviente», integrantes de los Centros de día de la Municipalidad de Córdoba compartieron recuerdos personales y tiempos afines.
Mezclados entre el público, cada uno de ellxs fue retirando de esa «casa», objetos como fotografías escolares, un radiograbador a casette, prendas, monedas y billetes viejos.
En un ida y vuelta con la gente, entre el pasado y el presente, entre lo individual y lo colectivo, todos los presentes celebraron la temática del libro, entre objetos, aplausos, nostalgias y memorias compartidas.
Texto y fotos : Irina Morán
Área de Comunicación – Museo de Antropologías.